La "guerra del des-abastecimiento"... nos reventaron y siguen reventándonos
Me recalcaron desde niño que la ociosidad era la madre de todos los vicios, y vagancia es lo que se ejercita en las colas producidas por el des-abastecimiento. Queda tiempo para recordar que el tiempo en las colas puede dedicarse a cosa más útiles, por ejemplo, bocarriba, rascarse la barriga, sin tener de ruido ambiental el runrún del mensaje camuflado en las protestas, como caricia de lima nueva en doctrina que aún no ha terminado de fraguar.
Sufrimos de des-abastecimiento y aparente anarquía (aparente,
por programada) en el abastecimiento, de manera que la ola de los ávidos des-abastecidos
se mueve al compas de lo que se trasmite vía mensajes de texto, radio bemba y
emisoras disociadoras, de abasto en abasto, de cola en cola, según hubiesen
sido parcialmente abastecidos. En el
Bicentenario hay pollo, vamos todos por él; al YuanLin llegó aceite, corramos a
aceitarnos; en el Nuevo Mundo están vendiendo harina pum (en cada paquete una
bala), ¿qué esperamos para encochinarnos?; al Garzón llegó mierda enlatada…
¡umm! En Macro (¿25% de acciones de la
Polar?) hay de todo, pero “cuando fui ya se había terminado”. Acompañando los bienes producto de
des-abastecimiento los compradores salen de los abastos con cualquier cosa que
les garantice la sensación de que despensa y nevera van a estar repletas, por
si acaso la vaina se pone color de hormiga… y todos felices: los comerciantes
escuálidos más ricos y los consumidores, escuálidos y revolucionarios, timados
y esquilmados por la inducción hacia el consumo innecesario, lo que significa
el uso de un porcentaje mayor del ingreso en la adquisición de alimentos.
¿Qué estoy negando el des-abastecimiento? ¡Que no!
Le estoy dando forma, y si en todo el territorio ha sido como fue y sigue siendo en Mérida, ¡carajo! ya sé quién devoró buena parte de los votos extraviados. A estas alturas, sigue igualito; nadie pasa
hambre, nadie ha tenido que modificar radicalmente la dieta, porque terminan
consiguiendo los productos de su patrón de consumo, pero, eso sí, pasando unas
arrecheras que ni le cuento y cobrando en votos o intención de votar.
Des-abastecimiento y regulación son uña y carne, a pesar de
que la regulación ha sido una ficción colectiva. Un corte en cualquier momento, y la
regulación sólo se cumple para la lista de productos de uso personal, desmejorados
sensiblemente, la leche líquida, la letal margarina, salchichas de pésima
calidad, mortadela, pan “regulado”… Pero, ¿carne, pollo, queso, huevos, leche
en polvo, granos… a precios regulados? ¡Ja! Será en los operativos gubernamentales,
donde las colas son más largas, sádicas y perversas.
Me bajo de las ramas.
Los organismos creados por el gobierno revolucionario para luchar contra
la especulación y el des-abastecimiento equivalen a un batallón mal armado,
contra divisiones de especuladores y des-abastecedores. Se podría convocar a una guerra de
guerrillas, pero en la evaluación hecha “no lo han creído conveniente” a pesar
de la abundancia de voluntarios, a pesar de las carretilladas de ideas
aplicables siquiera a hacer cumplir lo que se refiere a vender a los precios
regulados, a la venta más fluida de los productos distribuidos por el estado, al
funcionamiento menos absurdo de la cadena de supermercados estatal, al control
del contrabando de extracción…
¿Hasta dónde trepará la línea de responsabilidad del fracaso
de la fiscalización de la distribución de alimentos privada y la ineficiencia
de la pública? Hasta lo planteado, no hay
problemas imposibles de ser solucionados, pero nadie sabe qué o quién lo
impide. Esa situación sigue pendiendo sobre
la administración pública como una maldición gitana, desgastando varios
aspectos de la vida política y social.
Hasta aquí, tratamos el des-abastecimiento como una realidad
ahistórica, independiente a sus orígenes, y el fracaso del Estado en solucionar
este aspecto externo del problema. Seguí
esa trayectoria porque hasta eso llega la mayoría de análisis, es el cementerio
de las quejas, y todos contentos: “Yo
quiero ser fiscal, ad honorem, pero no me aceptan”. Y en esta coyuntura, no puede faltar el
ingrediente político-criminal, presente y con importancia, pero también
derivado de lo que en adelante toca analizar. Por qué el des-abastecimiento se
hace presente en la economía real, es decir, sus elementos conformadores, los
estructurales, los económicos y los políticos.
Nos veremos cuando estés leyendo el próximo artículo, pero antes de
irme…
En aporrea.org
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