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domingo, 16 de julio de 2017




Monumento a la POSTVERDAD
Y se quedaron cortos... les faltó el derecho a pernada


Para hacer creíble la sarta de necedades expuesta en la foto de este muro de perversidades del régimen, hay que contar con destinatarios ignorantes, abrumados por temores abismales martillados con años de engaño e intereses de clase.  Son tan estúpidos los argumentos presentados, que podemos dudar de la existencia de esa inocencia política en la segunda década del siglo XXI, y considerar al ejecutor del mural como una víctima de delirios horrendos; pero no, el autor está expresando los miedos que le han sido inculcados a un sector de la población, para reubicarlos en el lado de la burguesía en la lucha de clases del momento presente, y cuya expresión la hace obrar de manera paranoica. 


No son nuevos los temores, pero sí el método de inculcarlos.  El uso del púlpito eclesiástico, la ideología subyacente en la educación, los mensajes coherentes de los medios de comunicación, el desfiguración de realidades alternas, la exhibición de valores alcanzables por quienes se lo propusieran, la represión aleccionadora de quienes se atrevían a develar el gran engaño a que se sometía a la población… fueron la manera histórica de conformación de una población alienada, reacia a entender la objetividad de su pertenencia de clase.  En resumen, se conformó una conciencia social desquiciada mediante el uso sistemático de la mentira.


En el momento histórico que vivimos, la mentira tiene nueva cabalgadura, que la hace ser más veloz, llegar más lejos y penetrar más profundamente.  Ahora la mentira cabalga sobre la Red, donde se reproduce y retuerce, convirtiéndose en la única fuente de información para la mayoría de la sociedad.  Minimizada quedó la afirmación de Goebbels de que si una mentira se repite suficientemente, acaba de convertirse en verdad, ante la infinita capacidad de repetición de las grandes mentiras necesarias para moldear el comportamiento político y económico de las mayorías de que dispone el capitalismo actual.

Cuando repasamos los acontecimientos del país en los últimos cien días, sólo nos queda concluir que Venezuela está siendo víctima de una campaña sistemática de mensajes manipulados, sobre todo mediáticamente, tecnológicamente, que con el sustrato de la prédica del odio y de prejuicios raciales realizada en los últimos 17 años y aprovechándose de la crisis y frustraciones existentes, conducen a comportamientos fascistas violentos, cuyos efectos se atribuyen inmediatamente al entorno de las víctimas o al gobierno, mentira que se hace prevalecer como verdad… se trata de la postverdad, neologismo innecesario pero con amplia adopción en el análisis político actual.



Por lo demás, cualquier persona con la conciencia no alterada por la propaganda de guerra, por la postverdad, puede desarmar el mensaje de este catecismo mínimo colocado en los entornos de una de las urbanizaciones de clase media baja que ha mostrado más beligerancia en los últimos cien días de violencia.  Provoca hacerlo, pero lo dejaré al análisis de los lectores, no sin antes recordar que en mi anterior escrito resalté el hecho de que Venezuela vive, por primera vez en su historia, una verdadera libertad de cultos, o que el jueves 13 se adjudicó la vivienda 1.700.000, o que antes no había cola en los bancos, porque las cuentas bancarias y los instrumentos de pago señalados era cosa de ricos.



CAMARADA
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miércoles, 12 de julio de 2017


 
 
Cristiano* y opositor violento,
contradicción elemental



Esta reflexión no emana del papel de los cristianos opositores en el mundo real, que confieso no conocer, donde a lo mejor asumen comportamientos coherentes con lo que se supone son sus creencias y el modo de reflejarlas en la vida.  Además, debo aclarar que la mayoría de cristianos con quien he tenido contacto real o virtual, militan en la revolución o mantienen una posición ecuánime y respetuosa.  Mi reflexión surge de la observación de numerosos casos de participación de cristianos en el mundo de las redes sociales, ejerciendo la violencia escrita y apoyando la física, al alimón con cristianos católicos y sus grupos militantes sociales más fundamentalistas. 

Tomo dos aspectos no teológicos ni doctrinarios para calificar de contradicción elemental el comportamiento político violento de cristianos en la actual coyuntura política venezolana.  El primero es la falta casi absoluta de protagonistas políticos opositores con quienes puedan identificarse, ya que todas las primeras figuras de la oposición venezolana militan en la religión católica, y en esta, en las organizaciones más cerradas y ortodoxas, como el Opus Dei.  Es más, la dirección política de la oposición ha sido reorientada en momentos de desbarajuste por la CEV, la organización de la jerarquía católica venezolana que difuminó conscientemente el límite entre estructura religiosa y partido político opositor.

El segundo es que en el pasado que la oposición quiere restablecer, el Estado fue en la realidad un Estado confesional católico, con todo lo que esta identificación significó para la mera existencia de otras religiones.  Pudo que constitucionalmente no se adoptó a la religión católica como oficial, pero en la práctica, en el comportamiento político diario, apoyó y otorgó privilegios a esta religión, agraviando con esto a las restantes.  Las creencias religiosas influían en la política nacional y jamás se actuó sin el beneplácito de la religión católica, sobre todo desde que el Patronato que regía las relaciones Iglesia–Estado fue desmantelado en beneficio del poder eclesiástico, y parte de la renta petrolera se puso a su disposición.

En Venezuela el crecimiento exponencial de las iglesias evangélicas es un fenómeno de este siglo, siglo de gobiernos chavistas, así como numerosas las razones.  En este crecimiento no deja de ser importante la simbiosis de la Iglesia católica con el poder, el abandono de los fines liberadores, sacrificados frente a la adopción de los intereses de las clases dominantes, subsidiarias del liberalismo mundial depredador.  Pero también ha influido la prédica en un ambiente de verdadera libertad de cultos, efectivo más allá de enunciados vacíos y procedimientos negadores.

Adoptar el comportamiento de la iglesia católica dispuesta a rescatar los privilegios que monopolizó, es desconocer la historia y correr el riesgo de reproducir situaciones superadas… es una contradicción elemental del cristianismo.  
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  • Considero como cristianos a los evangélicos de varias religiones que se autoasignaron esa denominación y la usan para diferenciarse de los cristianos católicos.