La "guerra de los nervios"... batalla perdida, peleada desde las catacumbas
En la corta campaña electoral, no se notó. Como nunca, los puntos rojos estuvieron
animados; el de Lasso de la Vega rebosó siempre de alegría, y el baile y la
música retumbaban diez horas diarias. La
depresión generalizada por el tránsito del Comandante dio paso al entusiasmo
por brindarle una victoria electoral. El
enemigo, apagado, a la defensiva, como siempre, salvo el día de la
concentración de cierre, multitudinaria, gracias a que la convocatoria abarcó
una zona geográfica que sobrepasó el estado (Valera, Barinas, municipios
zulianos del Sur del Lago, municipios del Norte del Táchira). En algún artículo pasado lo dije; ya la noche
anterior no había cupo en hoteles y pensiones de Mérida, y nunca se había visto
tal afluencia de “forasteros” a Mérida.
De repente, ante la declaración de fraude y el llamado de
Coproles a cacerolear y “descargar la arrechera”, durante el sitio al CNE , las
tropelías contra el CAMIULA manejadas perversamente por medios e instituciones,
las sucesivas manifestaciones violentas en varios sitios, pero sobre todo en
los alrededores del McMierda y el CDI de los Sauzales, no controladas a tiempo
(ni a destiempo) por el Plan República en vigencia, después de todo eso, se
cargaron de una valentía abusiva y agresiva que mantienen hasta hoy. El viernes vendrá Capriles a un homenaje a
los “héroes de la victoria” y les reinyectará desenfreno. Tendremos que continuar sufriendo la
“actitud” de una oposición envalentonada.
Del lado de acá, desorientación total. No se tuvo fuerza para celebrar debidamente
el triunfo nacional; no hubo reacción planificada para enfrentar los desafueros
oposicionistas, salvo la defensa del CNE y el ataque a quienes en su huida se
refugiaron en CAMIULA, ocasionando los destrozos que se le atribuyeron a los
revolucionarios; se abandonó el campo de batalla y con ello vino la
intimidación contra todo quien oliera a chavista. Las identificaciones revolucionarias en los
automóviles comenzaron a desaparecer y hoy es difícil ver una; en mi caso, que
me resistía a hacerlo, hube de ceder ante la evidencia de que no podía poner en
riesgo una niña de seis años, ocupante habitual del carro. Hasta en los lugares de trabajo son
frecuentes las gorras, pulseras, etc. caprileras, cuyo uso debemos devolver a
la cloaca de donde salió. Pasamos a ser
asediados, perseguidos, en nuestra ciudad, durante nuestro gobierno, enfermos
de los “nervios”.
La doctrina que desde los inicios del gobierno de Alexis se
había tratado de imponer, que las agresiones contra “la gente” es un peo de “la
gente”… más con tantas limitaciones de la fuerza pública para
enfrentarlas. Los más arrechos agresores
de “la gente” corrieron como conejitos ante revolucionarios decididos a
enfrentar sus tropelías, y no les valió la cabronería de la autonomía
universitaria, porque “la gente” no viola autonomía, eso lo hace la
policía. Esta reacción hizo que estuviesen
un tiempo inusual en paz, sin joder. De
habérsele dado oportunidad a que en la crisis postelectoral “la gente”
defendiera democráticamente las instituciones de “la gente”, otro gallo
cantaría hoy en Mérida.
Esta “guerra” continúa dándose, pero la revolución la pelea
desde las catacumbas. Llegó la hora de
una mega celebración por el triunfo de Maduro, con templetes en todos los
barrios, con una semana completa de preparación y actividades festivas,
culturales, con intensa participación popular, desbordante de alegría, para
comenzar a recuperar la iniciativa y la confianza perdidas. Ya es hora de embanderar la ciudad con
carteles y pintas de confianza en el futuro, de apoyo decidido al gobierno y
ataque a las tropelías de la oposición y denuncia de su líder títere, que hay
que ubicarlo donde estaba, como blanco político preferido. Ya es hora de convertir cada “operativo” y
cada acto administrativo en un tributo alegre al pueblo, que el “gobierno de
calle” anunciado, sea una fiesta de participación. Es hora de que Gobierno Revolucionario y PSUV
reaccionen y retomen la iniciativa política en el estado. Que se impriman y repartan calcomanías con
diseño y mensaje para, todos a una, identificar nuestros vehículos.
Esto, más las medidas que recomendamos en artículos
anteriore y las que vendrán en los próximos, como en el siguiente, que se lo
dedicaremos a la “guerra de los medios”. Mis amigos, hasta pronto, y a cuidar esos
nervios.
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