La "guerra de los símbolos"... primera batalla perdida
Redondeando el artículo anterior, toda la capacidad de comunicación popular
de la Revolución debe ponerse en función de detener y revertir la derivación
hacia la oposición de votos otrora chavistas.
En todas las reuniones de los organismos del poder popular se debe
definir las consignas y temas de conversación para saturar las comunidades,
dejando temas más trascendentes al flujo mediático revolucionario, propagado
por los más importantes medios. Las
consignas y temas, todos en el ámbito de la metida de pata por haber caído en
el engaño opositor, deben ajustarse a las particularidades de cada
comunidad. ¿Cuánto te hubiese durado tu
pensión? A ti, que te la asignaron sin
ninguno de los argumentos contemplados por la oposición. ¿Cuánto le hubiesen durado los dólares a
Coproles? ¡Después de repartidos entre
los de su clase, paquetazo, para ahorrar los que el Gobierno Revolucionario
destina al pueblo!
En seguida comenzaremos a analizar las tácticas enemigas devoradoras de
votos “revolucionarios”, sin pretender jerarquizarlos pero tratando de
demostrar su importancia a pesar de las dudas que puedan presentarse. Al hacerlo, siento que es como desnudarse en
la plaza Bolívar, porque por no haber mecanismos cerrados de emisión de
opiniones, buena parte de lo que se escribe en foros como este se hace en
provecho del enemigo, que por lo menos queda advertido y en el peor de los
casos, pensamos y analizamos por ellos.
¿Qué, si existiese un organismo de recepción, discusión y análisis de
las opiniones de intelectuales sobre la acción del gobierno y el acontecer
político?
En fin, la asesoría que recibieron y pagaron a elevado precio fue eficaz en
muchos aspectos. En el campo de los
símbolos, hasta el 2011 el uso de ellos por parte de la oposición se había
limitado a la bandera, con la que hicieron proezas… hasta pantaletas con “el
color tricolor” usaron las sifrinitas del Este.
Pero la identificación era superficial; nada que ver con la pasión,
alegría y orgullo de la identificación y proyección de los “chavistas” con sus
símbolos de variada naturaleza y alta creatividad, creados a partir de batallas
ganadas, luchas vividas, medidas revolucionarias. Si bien el “uniforme” le restó creatividad al
pueblo (trabajo en lenta elaboración), el perfil de revolucionario que le
otorgaba era proyectado en el entorno como plena filiación, como elemento
diferenciador de “los otros”.
Asesores de la empresa privada entendieron temprano el significado de la
monopolización del rojo, y se propusieron diluirlo y aprovecharlo económicamente. Franelas y gorras rojas con logos comerciales
comenzaron a ser muy frecuentes, empezándose a crear cierta “confusión”. De allí al salto a la oposición de la
usurpación descarada de los símbolos revolucionarios, sólo hubo el paso del
correcto asesoramiento.
Tendría que documentarme mejor para certificar la sospecha que tengo que en
eso del asalto a los símbolos la primera escaramuza lo hicieron
revolucionarios, quienes, sin necesidad alguna, intentaron diluir el uso del
azul y el amarillo por parte de la oposición, usándolo también. De ser así, no fue una idea feliz.
La primera batalla importante de la guerra de los símbolos fue la de la
gorra caprilera, que tantas palabras y tinta hizo correr… esta batalla se
perdió. Luego el asalto se generalizó y
procedieron a montar sobre los símbolos revolucionarios, en oportunidades
ligeramente modificados, mensajes opositores.
Sencillamente, ¡nos expropiaron!
El efecto sobre los opositores fue claro.
Sus concentraciones comenzaron a ser más animadas y los rostros
comenzaron a mostrar un entusiasmo hasta el momento desconocido. ¡Parece una concentración nuestra! Me dijo un
amigo cuando observamos el cierre de campaña en Mérida. Los renegados se sintieron como en su casa y
la presencia de “pueblo” en las concentraciones de oposición era cada vez más
notoria y participativa. Un mercado de
franelas, gorras, pulseras y otros accesorios, se diversificó y nutrió. La indumentaria y accesorios se comenzó a
usar con orgullo y dio paso a su identificación plena con el “antichavismo”,
con la oposición.
La situación de la preeminencia de los símbolos ha llegado a extremos como
el de extenderse como moda en los parabrisas de los vehículos, al mismo tiempo
que en demasiados lugares del país, los revolucionarios, intimidados y
amenazados, debimos desaparecer los nuestros.
En este momento, en Mérida, por cada cien automóviles con identificación
opositora, unos dos o tres con logos revolucionarios.
De los símbolos patrios, sólo uno no ha sido acaparado por la oposición, el
himno. No han sido capaces de entonarlo
multitudinariamente y en ocasiones han denotado desconocerlo. ¿Ha sido por
falta de líder con dotes? ¿Es que no
sienten la emoción que conlleva cantarlo como canción guerrera? ¿Es que no se puede “usar” superficialmente
como los otros símbolos convertidos en moda?
Quiero aclarar que el aspecto indicado tiene un valor importante, pero
quizá no hay sido un extractor de votos significativo, pero un entusiasmo,
inexistente antes, cundió entre los opositores, llamando a participar a más
gente en sus concentraciones.
También en aporrea.org
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