EL TERRORISMO
DEL COMPLEJO INDUSTRIAL-MILITAR
El enfrentamiento militar en los últimos tiempos se viene dando en las áreas de influencia de los grandes contenedores, en una bipolaridad rescatada después del "fin de la historia", cuando o aparecía o se inventaba un nuevo enemigo, para que el complejo industrial-militar no perdiese sentido. Causas permanentemente renovadas enfrentan a pueblos que bien podrían resolver sus diferencias por medios pacíficos. Se esgrime guerra de culturas, guerra de civilizaciones, con teorías de laboratorio inyectadas en las sociedades mediante pérfidas acciones sistemáticas, también provocadas por la inteligencia occidental. Todo, en función de la pervivencia y fortalecimiento del sistema capitalista que devora el planeta.
No obstante, el sistema cojea y la lógica del capital golpea a Estados que mopolizaron la riqueza y el bienestar, incapaces ahora de mantener niveles de vida pretéritos, lo que está ocasionando severas perturbaciones de la situación interna. En ellos, el complejo industrial-militar encabeza los monopolios que sustentan el poder económico y político, convirtiéndose en razón de Estado, y no hay mejor manera de mantener activo ese sector que asegurando un mercado dinámico para su producción.
Desde luego que lo planteado es sólo un aspecto del problema del actual ejercicio del imperialismo, pero con bastante peso específico en su explicación. El mercado ampliado de armas anima la investigación que garantiza la supremacía militar en el enfrentamiento global, y activa la alicaída economía interna golpeada por la nueva división internacional del trabajo. Y para asegurar un mercado de armas dinámico, no hay como mantener a la humanidad en una situación de zozobra, en un estado general de angustia, exacerbado mediáticamente, y en plantear divisiones culturales insalvables.
Dos grandes potencias se encargan de casi dos tercios de las exportaciones de armas; numerosos medianos y pequeños, del tercio restante. Hasta la caída de la Unión Soviética, el mercado se repartía según la lógica de áreas de influencia ideológica, muy acotadas, pero en los últimos tiempos esa lógica se trastocó, imponiéndose coyunturas no muy claras, la calidad del producto, ventajas de precios y la no consideración de razones humanitarias y morales… de ahí las situaciones paradójicas que aparecen en el funcionamiento general del mercado y en transacciones concretas.
En este 2017, EE.UU. mantiene los mercados de aliados históricos, con la combinación de ventas y donaciones, que igualmente benefician la economía y la situación política y estratégica de dominación. La novedad estriba en que hasta los mercados más exclusivos (Arabia Saudí, p.ej.) han sido penetrados por la oferta rusa. El acelerado avance de Rusia en el mercado de armas, se debe al inusitado incremento de la calidad y a su decisión de convertir en exportables los últimos avances tecnológicos, reservándose solo áreas extremadamente estratégicas, en los que asienta alguna ventaja militar real.
China fabrica y vende cantidades considerables de armas, pero constituye uno de los mayores demandantes en el mercado, demanda que favorece sobre todo a la oferta rusa. Resalta el hecho de que importa, copia y perfecciona la misma tecnología que obtiene India, país que se arma teniendo presente también una posible confrontación con China.
Situaciones más contradictorias marcan el actual mercado de armas (Viet Nam comprando tecnología militar a Israel, p. ej.) como veremos en la próxima entrega de este escrito, dedicado a los flujos reales de armas en el convulso mundo del siglo XXI.
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