II
ELECCIONES BURGUESAS,
BARRANCO DEL PROYECTO SOCIALISTA
Oímos la recomendación de llamar a elecciones regionales y municipales,
noticia que asumimos con temor y que provocó la continuación de la reflexión
sobre el sistema electoral burgués que habíamos comenzado (http://frontinoso2.blogspot.com/2017/03/tengamos-presente-que-el-camino-al.html).
En otras oportunidades he escrito sobre lo sucedido a los sandinistas en las elecciones que ganó Violeta Chamorro
(25/02/1990), que ahora resumo para dejarlo
bien sentado en esta serie sobre las
elecciones burguesas. A pesar de la
gravedad de su situación militar y económica ocasionada por la guerra que en
todos los frentes le hacía el imperialismo norteamericano, los sandinistas pudieron
evitar las elecciones, pero accedieron a ellas cuando encuestas manipuladas
les hicieron creer que las ganaban y cayeron en la trampa. No tenían encuestadoras de confianza y Gallup
fue el instrumento de la embajada gringa para crear o influir sobre empresas de
medición que intervinieron en las encuestas sobre esas elecciones y hacer creer
que la intención de voto era favorable para los sandinistas… fue una verddera trampa democrática de sacarlos del poder.
Dejo sentada esta concha e´mango que pisaron los
sandinistas, pero la alejo como posibilidad de la decisión electoral en la
Venezuela actual. Eso sí, aclarando que
el gobierno de Maduro no tiene encuestadoras de absoluta confianza, porque de
GIS XXI poco se sabe desde hace bastante.
Las encuestadoras existentes en Venezuela son “empresas” susceptibles de
sacrificar objetividad ante depósito en algún paraíso. Estas encuestadoras tienen encargos
permanentes de medir la opinión electoral de cada momento, y los resultados influyen sobre decisiones de la guerra económica y la actuación “política” de
los partidos de oposición. Por una
infidencia en Mérida, supimos que una atribuyó una intención de voto al
gobierno del 26% y a la suma de partidos de la oposición, 52%; el resto, en la
nube. Ante este resultado, quien la
encargó dijo que estaba mal hecha, porque según su experiencia el apoyo al gobierno
no llegaba jamás al 20%. En Mérida,
repito.
Pero el grano es otro, y a ese debemos volver. Se supone que el voto es una herramienta seria, que utilizo, con la más amplia
información asumida y mis valores y formación ideológica de por medio, para escoger
lo que me conviene estratégicamente, lo que me es ventajoso objetivamente para un
plazo variable que tiende a resolver el de mi ciclo vital y el de mis
descendientes; es decir, para seleccionar entre proyectos para la sociedad donde me desenvuelvo. Así se vende, pero esta teoría ya viene
matizada por influencias, como la pertenencia a un colectivo más o menos
heterogéneo -policlasista-, a una colectividad que inspire el espíritu de
cuerpo, o la presencia de un líder capaz de convencer por sus características
personales y habilidades políticas. Estas, entre otros matices que podríamos
considerar influencias “normales”, son las
que han permitido que en las democracias representativas los pobres elijan como
sus representantes a sus enemigos de clase o que la acción de gobierno no tenga
nada que ver con las promesas que generaron los votos con que accedieron al
poder; son las que en condiciones de baja intensidad de la lucha de clases
permite alternarse en el poder gobiernos de distinta naturaleza pero de
semejante ideología e igual inocuidad para el orden establecido.
En coyunturas, esa vía puede servir para la
irrupción de gobiernos radicales o que se radicalizan en el ejercicio, poniendo
en peligro todo el orden que les permitió la entrada. Mientras mayor sea la amenaza, mayor la
reacción, y la tendencia es que el poder burgués se deshaga de esa calamidad
con los mismos instrumentos que permitieron su acceso, las elecciones. La presencia de un líder capaz de ganar
elecciones y el adoctrinamiento de los electores puede hacer más difícil el
retorno al orden anterior por la vía electoral, pero para esa contingencia el
poder burgués las plantea combinadas con situaciones provocadas, que minan el
sentido teórico del voto y lo desvirtúan como expresión libre de los ciudadanos
en pos de su bienestar.
Y si elecciones no sirven para restaurar el poder
burgués, se opta por medidas drásticas, no electorales, sacrificando el sentir
democrático, cuya normalidad se restaura cuando se hayan reprimido todas las
condiciones que dieron paso a su pérdida transitoria. Superficialmente, podemos tomar como ejemplo
lo sucedido en Argentina -recuperación electoral-, Paraguay o Brasil -recuperación no tradicional-, pero ajustada a procedimientos salvadores
establecidos, y Venezuela -intentos de recuperación traumática del poder. La traición a la ideología burguesa que
significa el trastocamiento del sistema electoral para acceder legítimamente al
poder, se juega con el comodín de que el fin justifica los medios a que en
última instancia están sometidos los principios ideológicos burgueses; además,
es transitoria y pronto caerá en el olvido.
Para los gobernantes revolucionarios que accedieron
al poder mediante elecciones, mantenerse en él sólo es posible diferenciándose radicalmente de la
manera de gobernar la burguesía que los antecedió y que está prevenida para
desbancarlos en la siguiente contienda electoral. Cuando no se produce una diferencia marcada y
se gobierna de la misma manera, a los electores les da lo mismo elegir entre unos
u otros, y su decisión está determinada por apreciaciones superficiales o son
presa de la mejor campaña mediática. Es
la tragedia de los partidos socialistas europeos y latinoamericanos, que
después de la deposición de sus banderas revolucionarias frente al
neoliberalismo, se alternan en el poder con los partidos de derecha y
neofascistas. Las diferencias
ideológicas se esfumaron, lo que hizo comunes las maneras de enfrentar los
problemas administrativos y políticos del gobierno.
Y en nuestra realidad, esa es la explicación de la
pérdida de gobiernos regionales y municipales chavistas ante la oposición. No hicieron gobiernos revolucionarios, sino
que, imbuidos en la ideología establecida, hicieron más de lo mismo, adoptaron
las mismas soluciones con los mismos procedimientos. No se diferenciaron y, por tanto, no
establecieron parámetros para que los electores pudiesen escoger entre dos
gobiernos distintos… les daba lo mismo votar por uno u otro, con el atractivo
del “cambio” que ofrecían los contendedores.
Además de los condicionamientos “normales”
implícitos en el voto, comenzamos a plantear cómo hay otros que surgen en coyunturas específicas y que
constituyen intervenciones graves y hacen del voto un ejercicio absolutamente
manipulable. Continuaremos con la
posibilidad de manipulación del voto interviniendo sobre las condiciones
ambientales donde se emite y, sobre todo, a la capacidad que tienen las
tecnologías de la comunicación para moldearlo.
Nos veremos pronto.
PON EL ENLACE EN TU TUITER
COMPÁRTELO EN TU FEISBUC
INCLÚYELO EN TU PÁGINA O BLOG
1 comentario:
Totalmente cierto, señor bloguero.
Las condiciones son favorables para que nos den una paliza y luego digan que fue democrática, cuando en realidad la refriega nos la están dando desde 1998.
Abrazo al bloguero.
danielle
Publicar un comentario