El desorden mayúsculo de una feria cultural bajo el amarillo araguaney*
Este blog ha sido sistemático en temas
clave para comprender la lentitud en el avance por el camino al socialismo que
nos propuso Chávez, y por eso también hemos insistido en que ha sido una falla de
formación doctrinaria grave de los funcionarios chavistas la continuidad
complaciente y gratificante de la modalidad de ferias burguesas. En su conjunto estas ferias pueden contener
valores rescatables, pero son las corridas de toros y la ingesta
desproporcionada de aguardiente los antivalores que les imprime su cariz
derechista, prácticas ante las cuales no se ha presentado alternativa válida,
coherente con el humanismo que tendría que prevalecer en el ámbito gubernamental
revolucionario. Siguen ahogándose en el
remolino de sus contradicciones, con la mala leche de que con ellos arrastran
al pueblo y su destino de liberación.
En abril y mayo los araguaneyes
enloquecen y pintan de amarillo a Mérida, potenciando la belleza de la ciudad,
lo que bien podría servir de marco para unas ferias humanísticas. ¿Por qué no aprovechar la Mérida florida para
ofrecer al mundo una quincena intensa de cultura hecha en Mérida? Sería una semana dedicada a la música, cine,
artes plásticas, teatro, danza, ciencia, tecnología, humanidades, gastronomía… expresiones
donde no estoy haciendo la clásica diferencia entre lo académico y lo popular, ni
proponiendo tipos o clases, porque la cultura es una entidad indivisible y la
coherencia del destino como pueblo es lo que haría desaparecer mediaciones al
servicio del mantenimiento de la dominación.
Antes que evitarlo, esa quincena
tendría que perturbar la vida normal de la ciudad y su entorno, tendría que
hacer enloquecer la ciudad… en fin, ya estamos acostumbrados a que unas ferias
decadentes atenten contra la convivencia ciudadana. La participación de los merideños tendría que
ser alta e intensa; comunas y organizaciones populares, instituciones públicas
y privadas, institutos educacionales, colegios profesionales, aportando,
convirtiendo la ciudad en un atractivo, en un destino turístico.
Es una idea inspirada por el amarillo de los
araguaneyes; quien quita y alguien con poder la tome para proponerla a la
ciudad. La primera decisión tendría que
ser la de convertir al araguaney en el árbol privilegiado para avenidas,
plazas, parques y reforestar aledaños de la ciudad.
*En este escrito denomino araguaney a los árboles que florean amarillo por esta época, sin entrar en eruditas distinciones botánicas.
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