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lunes, 9 de marzo de 2015

NICHOS PARA PASAR EL RATÓN DE LA GUERRA ECONÓMICA







Conozco a gente que si bien no era patria-o-muerte, se empataron con Chávez y su sublime locura.  Pasaron firmes todas las pruebas a que fuimos sometidos y, con el temor natural, atravesaron los mares difíciles sin oír los cantos de sirena.  Allí estaban, mirando alegres el futuro, orgullosos de lo que estaban aportándole, hasta que sobrevinieron los  efectos de la guerra económica y no supieron determinar de dónde venía el fuego, y se convirtieron en víctimas colaterales.  Apabullados por la escases, la especulación y las colas, afectados por la inflación –realidades, no lo dudo– rindieron sus banderas y se ubicaron en nichos alternos, algunos colindantes con la oposición desalmada.

Nichos heterogéneos.  El más socorrido es un territorio indefinido, gelatinoso, ni de aquí ni de allá, donde se parapetaron para disparar tiritos fríos contra los males que atentaron contra la comodidad y la abundancia artificial que desde tiempos recientes habían gozado; pero como el parapeto necesita ser reforzado para permanecer en él sin vergüenza, se van deslizando sin proponérselo hacia los abismos de la contra.

Hacer mutis es otro de las oquedades de refugio, y cuando expresamos ¿qué será de la vida de Fulano que anda perdido? ya la evasión se ha cumplido.  Se pierden y se van enfriando, como muriendo en vida, porque en tiempos difíciles como este, es el calor de la lucha lo que nos mantiene vivos.

Los barracones de los dioses son de los más ostentosos abrigos, aún para descreídos de toda la vida; el misticismo es cómodo y capaz de solazar al más golpeado, y el privilegiar la unión del alma con la divinidad, desde muy antiguo tiene más mérito social que enfrentar las dificultades. 

En oportunidades la fuga está muy bien justificada.  Cuando la crisis quiebra un modo de vivir, cuando te acogota y te sume en el desamparo, quizá el huir sea la salida más inmediata; pero cuando el gemir se sustenta sobre la falta de papel higiénico, champú o productos alimenticios sustituibles, sobre la visión de estanterías vacías, sobre las trampas caza bobos montadas por agentes de la subversión, la vaina denota una miopía extrema, una inconsistencia deshonrosa, y el traslado a los nichos intermedios hay que aplaudirlo… en quince años otros se han quedado en el camino por menos y, lo contrario a lo que propugna un perjudicial dicho, quien se va sí hace falta.

También se puede huir hacia delante.  Sucede cuando se prorratea la explicación de la crisis entre los dos ejércitos beligerantes, como si mas que participante en uno de ellos hubiese sido mero espectador.  En el caso, se opta por salirse por la tangente y, en lugar de reforzar la vanguardia de mi gobierno, me radicalizo en la periferia de la batalla, pasando a ser espantapájaros en lugar de combatiente.  Examinar la historia de las revoluciones instruye sobre el surgimiento de radicalismos en los momentos difíciles de los procesos, su inutilidad y los daños que ocasionan… no podíamos ser excepción.  


 


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