VOTO OPOSITOR, EXCRECENCIA IDEOLÓGICA
En este momento
el voto opositor se tornó esencialmente irracional, convirtiéndose en una excrecencia
ideológica.
En este mismo
medio he expresado en diferentes oportunidades la trampa electoral en que está
sumido el ensayo político venezolano. No
se construye socialismo con un sistema electoral creado para alternar gobiernos
burgueses, para dirimir diferencias insubstanciales, que se bastardea
básicamente cuando se trata de escoger entre posiciones realmente distintas, es
decir, cuando se pone en riesgo el orden establecido. En estas circunstancias es sometido a colmos
de manipulación mediática –tecnológica– y recargado ideológicamente hasta casi
reventar. Es lo que vivimos y nos tiene
ensayando malabarismos que nos permitan sobrevivir.
Escapar de esa
realidad sólo es posible minando el alcance de la ideología burguesa, logrando
una mayoría en rebelión permanente contra la formación económico social
hegemónica, gracias a una cosmovisión socialista, que con decisión vote
coherentemente. Una mayoría de este tipo
es insobornable, imposible de manipular, lo contrario a lo que sucede en la
actualidad, cuando la mayoría de personas-votos está expuesta al soborno y la
manipulación. La coherencia del voto
está basada en su expresión como escogencia de lo objetivamente conveniente a
la clase de pertenencia, ajena a otras circunstancias, y avanzar en la
construcción de una mayoría con ese comportamiento electoral fue uno de los
grandes logros de Chávez, frustrado un tanto –arreciaron y se diversificaron
los ataques– después de su desaparición física.
Ante la ausencia
de una mayoría insobornable, para tener éxito en unas elecciones hay que echar
mano de los mecanismos burgueses, en medio de un clima de guerra establecido
por quienes quieren quebrar a toda costa el ensayo iniciado. Las clases que tienen claros los objetivos
históricos y las que, alienación mediante, se identifican con ellas, se vuelcan
a la caza del voto de las mayorías seriamente afectadas por esos objetivos, y
no tienen límites en tal práctica. La
guerra económica no tiene intenciones más allá de la manipulación del voto, a
lo que también se enfila todos los mecanismos de poder –el mediático entre los
más eficientes– que conservan intactos, de manera que el pueblo es zarandeado y
despojado de su capacidad de discernir entre sus objetivos y los de sus
enemigos de clase. ¿Qué hace el
gobierno? Por un lado insiste sobre la
formación doctrinaria, usando al Chávez eterno como expresión fundamental, y
continuando el programa de gobierno trazado para las mayorías; por otro, es
obligado a empantanarse en los mecanismos burgueses de pesca de votos,
asistencialismo, promesas y uso de la poderosa “maquinaria” del partido, y aún
así las tiene difícil.
El peso
ideológico con que se carga la acción de votar, la resistencia a ultranza a los
cambios y los esquemas establecidos históricamente, que es lo que tiñe de odio
a las acciones, trasladada mediante burdos mecanismos de manipulación económica
y mediática, y los más sutiles de reproducción del sistema, pueden trastocar
cualquier esfuerzo de ganar estas elecciones cruciales. Y es que cuando el voto se convierte en una
excrecencia ideológica no hay razón que valga, sobretodo en condiciones de
ausencia de memoria histórica, fatalidad inducida durante siglos de esclavitud mental.
Toca explicar comportamientos paradójicos de favorecidos por el pago de la deuda social, sobre todo en sus aspectos más relevantes, vivienda, alimentación, salud, educación, seguridad social; igualmente, el autoengaño de algunos sectores encargados de hacer funcionar la "maquinaria", la inconsciencia de ciertos “dirigentes” y los pelones de bolas de gobernantes. Le meteremos el diente en lo posible.
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