ARRANCÓ NUESTRA CAMPAÑA... PERO SIN LO MERO PRINCIPAL
Hoy la ciudad amaneció con las
manifestaciones tradicionales de promoción de candidatos para unas elecciones:
afiches, pendones y pintas que, junto a los puntos rojos que ya tienen días abiertos,
la inminente utilización total del tiempo reglamentario en emisoras de radio y
televisoras, las caravanas, marchas y concentraciones, nos sumergirán en una
intensa campaña electoral, acorde con la magnitud de lo que se está dirimiendo.
Estoy consciente de que todos los
mecanismos arriba enunciados constituyen el nivel más superficial de la
campaña, cuyo núcleo real se asienta sobre la internalización de la posibilidad
del futuro socialista marcado por Chávez, y el efecto sobre las clases
populares de la obra de gobierno que tiende a pagar la trágica deuda social
acumulada para hacer realidad el objetivo de vivir viviendo. Es así, pero también es una incongruencia manifiesta
que los grandes objetivos no estén plasmados en los reclamos publicitarios; es
decir, que la propaganda electoral se presente vaciada completamente de mensaje
revolucionario, de consignas políticas válidas, afirmación sustentada en las
fotos que acompañan este escrito.
Ya pasamos por una experiencia de
este tipo. En las últimas elecciones
municipales, catastróficas sin lugar a duda, las consignas utilizadas parecían
más el producto de una agencia capitalista de publicidad comercial, que
mensajes del pensamiento crítico de un partido revolucionario; fue el colmo,
pero en la coherencia entre consignas y objetivos políticos nos sacó un trecho
largo la derecha fascista. Esta
experiencia fue inútil, porque no se permitió la reflexión crítica sobre el
fracaso y, menos, se establecieron responsabilidades… y la comunicación,
propaganda y agitación continúa en las mismas ineptas manos.
Ojalá y la propaganda descafeinada
que nos presentan sólo sea la del inicio de la campaña, y pronto reluzca el
mensaje revolucionario, el que forma, el que nos diferencia de la derecha. Y aprovecho para plantear otro deseo, el de
que nunca más nos agarre una campaña electoral sin un periódico realmente
popular, para darle un calificativo que no hiera susceptibilidades.
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