ALEXIS, DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS MUERTOS
Un gobernador –que no fue exactamente ejemplo de
administración honesta y eficaz, ni de pensamiento revolucionario– marcó la
pauta de poner a disposición de la alcaldía servicios de un organismo de la
gobernación, Cormetur, para suplir tareas pautadas entre las más específicas de
la alcaldía, la limpieza y ornato de la ciudad.
Si hacemos un poco de historia, otras administraciones municipales y gobernaciones asomadas habían privatizado esa función, encargando a empresas y particulares la
limpieza y cuidado de parques, plazas y espacios verdes, a cambio de la
publicidad que otorgaba la “desinteresada” obra ciudadana que estaban cumpliendo. También hubo otros alcaldes que sólo atendían el
problema cuando era total el parecido de parques y plazas a los potreros en
engorde, ahora a disposición teórica de la Gran Misión Vivienda.
La acción del gobernador pionero se convirtió en legado inercial en
los siguientes, con la diferencia de que el primero le facilitó las cosas (le
sacó la pata del barro) a un compañero de partido, y las siguientes
administraciones a un alcalde de la oposición.
Alrededor de esas funciones de Cormetur como que fueron surgiendo una
serie de intereses, entre los cuales la provisión de los miles y miles de
plantas ornamentales destaca por su evidencia.
Relatar las trastadas que se pudieron observar, prolongaría un rato la
síntesis que estamos haciendo.
Entre las paradojas de esta acción solidaria, resalta el uso para debilitar al gobierno que el alcalde ha hecho de los ahorros que le permite desembarazarse de esas atribuciones onerosas. Es algo así como comprarle al enemigo un garrote para que nos de palo. ¿Creen, amigos, que una gobernación opositora se portaría así con una alcaldía revolucionaria? Pregunten en Miranda o Lara.
Hubo otras, pero esta fue la más relevante de las
atribuciones municipales asumidas por la gobernación, hasta la mega crisis de
la basura, cuando la incapacidad del alcalde mentor del caprichito que nos
rifamos en las pasadas elecciones, puso a Mérida cerca del récord de la ciudad
más sucia del país y al borde de una grave epidemia. No había otra salida para un gobierno
responsable que meter la mano para que no sucediera lo peor, intervención
necesaria que adquirió ribetes novelescos pero que, en última instancia,
significó el fracaso de las dos instituciones, porque el problema, aún cuando
menguado, continúa.
No obstante el relativo fracaso, la intervención de la
gobernación salvó a Mérida, pero los créditos políticos de esa acción le fueron
regateados por el alcalde marrano, mediante el mejor uso de los medios y las
complicidades que supo tejer. Así paga
el diablo, y quien no lo sepa le resbala
la política.
De uno y otro lado las declaraciones sobre el equipamiento
tecnológico diferían sensiblemente de la realidad. Camiones adquiridos resultaron alquilados a
sospechosas compañías bajo contratos olorosos a legítima basura fermentada; los
camiones aportados por ministerios no correspondían al número y fechas de
arribo que se indicaron, y nunca fueron suficientes. Se anunció varias veces la constitución de
empresas bajo control social, imposibles de establecer sin desmantelar absurdas
disposiciones sobre atribución de funciones y otros parapetos legales.
En su oportunidad escribí sobre mis dudas sobre la
constitución de esa empresa, pero más tarde llegué a proponer ideas para la
estructura de una empresa “revolucionaria” de disposición de desechos
sólidos. (En Mérida- ¡Alcalde, entre basura te veas! Auténtica maldición gitana -925 lecturas, más las del blog). Tiempo perdido, como lo ha sido el dedicado a escribir sobre mi
visión de la campaña electoral para gobernador y alcaldes, ofreciendo mi
colaboración para integrar, por ejemplo, el equipo de elaboración de los
programas de gestión. Considero que
tenía planteamientos que pudieron ser útiles y que nunca fueron incluidos en
programa alguno. Como anécdota, puedo decir que una vez estuve cerca de ser “contactado”: me solicitaron por correo
el teléfono para eso, pero jamás recibí la llamada que me hubiese dado la
oportunidad de aportar algo a la política real. Y no es que haya escrito en la clandestinidad, sino en este blog y en aporrea, y meto en las cuentas de tuiter y feisbu de los interesados la noticia de la aparición de los artículos, llegando, por insistente, a ladillar.
Aún convencido de que es imposible penetrar las ideas preconcebidas de candidatos, gobernantes y políticos, lo que en buena parte se debe a que en su mayoría
se comportan como analfabetos funcionales (si alguna vez la tuvieron, perdieron
la costumbre de leer), o que piensan que detrás de las ofertas de aportes siempre hay intereses ocultos (¿yo?, ¿a mis edades?) sigo insistiendo como están comprobando los lectores de
este escrito.
Y hoy dejo hasta aquí. Rompí una promesa de escribir artículos cortos, de manera de que sean leídos con más facilidad, pero el tema, que está muy resumido y puedo ampliar a solicitud, da para mucho más. ¡Salud camaradas!
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