ALEA JACTA EST, COMO DICEN LOS ERUDITOS
Y es que en el interior de cada uno de los militantes comprometidos de una u otra forma con la campaña electoral que finalizó, existe la certeza de lo que sobrevendrá con los votos. Una cosa es la actitud hacia el exterior, necesariamente optimista, y otra la información cercana, vivencial, sometida al análisis de la formación que poseo, que puede corroborar ese optimismo, o no. Y nadie se engaña a si mismo.
Para convencerme definitivamente, (y sorprenderme) puedo esperar el comportamiento de las variables sobre las que se asentó la esperanza del triunfo o la derrota (aceptación del candidato, cumplimiento de las metas asignadas por el partido, abstención esperada de los partidarios del otro candidato), superpuestas a datos disponibles (mejor actuación en el pasado reciente, resultados promedio, previsiones de encuestas especializadas), matizadas por imponderables (reacción local ante el marco político-económico nacional) y tamizadas por elementos subjetivos válidos (satisfacción por el trabajo cumplido, aciertos y errores cometidos). No olvidemos que en la ecuación "si esto, aquello", aquello es ganamos o perdemos.
Triunfo o derrota tienen en común la capacidad de poner obtusos a los protagonistas. Dos maneras de necedad, pero atolondramiento al fin. Y el de la derrota suele ir acompañado por justificaciones de todo tipo y color, y pocas veces de propósitos serios de rectificación y dosis suficientes de humildad... y miren que si no se rectifica, se tropezará con el mismo obstáculo, nada recomendable en una Revolución que debe andar por el sendero de la legalidad electoral burguesa.
Yo también creo que la Revolución ganará en el municipio capital y en los más críticos del estado Mérida.
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