Las guerras civiles
En este experimento de Revolución, burbuja sitiada por toda su redondez y por cuanto malhechor se pueda reclutar en el mundo, necesitado hasta de buenas intenciones para su defensa, donde cualquier esfuerzo es bienvenido y necesario, hay quienes se dedican a declarar y a pelear guerras civiles.
Con tanto enemigo suelto, con blancos de dianas variadas, ajustadas
para cada tipo de arma, desde las elementales hasta las más poderosas, las de
destrucción masiva: la palabra, la doctrina, la teoría, la crítica, o su
conjunto, demoledor de verdad. Con tanto
mogote que oculta todo bicho de uña amenazante, a tiro de cauchera, a tiro de
brazo piedrero, buscamos hasta encontrar (nada difícil) con quien guerrear
dentro de la burbuja sitiada. Y hablo de
guerrear, de hostilizar, sin dar cuartel, de destruir radicalmente con las
armas que tendrían que estar apuntadas al enemigo. No hablo de, con propiedad, criterio y fidelidad,
como propuesta de diálogo, criticar, insinuar, cuidar los extremos teóricos del
proceso, sus fronteras admisibles, recordar en qué se está y, sobre todo, en
qué no cuando la desviación se hace presente.
Como contrapartida, en una lucha que se inició plena de
palabra y en torno a esta ha transcurrido, que va tras un orden socialista que
construye su camino sobre rescoldos, historia, realidades, utopías, sin modelo
cierto de identificación, en búsqueda de las claves que permitan arribar a la
meta sin morir en el intento, luchando contra la fase más perfecta del capital
y su imperialismo, la palabra debe seguir siendo la guía esencial, y cerrar el
afluente de la crítica lo cobrará caro la historia. La crítica, como expresión encumbrada de la
palabra, quiero recalcar; la que debe
indefectiblemente generar discusión, someterse a la dialéctica omnipresente en
el camino que transitamos.
Una de las mejoras más útiles que ha introducido los forjadores
de aporrea en su portal, es la posibilidad de disponer con facilidad de todos
los artículos de sus colaboradores, lo que se debe agradecer debidamente. Con ello, hay menor esfuerzo en constatar si
el desliz de hoy es eso, un resbalón ocasional, o un comportamiento sistemático;
si la crítica expresada hoy es de un conjunto de aportes paralelo al proceso
político, o si se trata de un morral de críticas de donde se van sacando
aleatoriamente. Y, desde luego, permite
evaluar el conjunto, su cualidad, su sentido común, su aporte doctrinario. En algún momento de mi participación en este
portal, dije que sería ideal que existiese una especie de receptoría de ideas
expresadas en los medios virtuales, espacio de discusión real entre los
“intelectuales” emisores, generalmente alejados del “poder”, y los “funcionarios”
ejecutores de las políticas públicas, con compromiso de que la síntesis tenga
capacidad para modificar comportamientos.
Pero la evolución tecnológica de aporrea también nos permite
saber si el reguero de bilis que dejó un artículo es una afección pasajera, o
si se trata de una enfermedad crónica propia de francotirador de las guerras
civiles; si la explicación del ataque artero a quienes tienen o han tenido
protagonismo en el proceso hay que ir a buscarla en libros de psicoanálisis, en
lo que le sucedió cuando niño o en artimañas rastreras para amasar el ego y
brillar con luz ajena, tomar venganza para satisfacer insondables complejos atávicos.
Pero es tan admirable la Democracia que nos envuelve. Si de no ejercerla se tratara, si cerrar el
grifo de la crítica fuese objetivo, no habría GloboVisión y sus parientes
cercanas, tampoco hubiese ataques arteros, sobre todo cuando salen de la
burbuja de la Revolución y se convierten en arma de los sitiadores, prueba de
que los combatientes de las guerras civiles pertenecen a la otra dimensión.
Pero es tan admirable la Democracia que nos
envuelve. Si de ejercerla se tratara, si
mantener dinámico el Proceso fuese prioridad existencial, nadie hubiese osado
tocar al Grano de Maíz ni a La Hojilla, para colocar dos ejemplos magistrales. Ergo, no son sólo los ruines biliosos quienes
están declarando y peleando guerras civiles.
Enlace de este artículo en aporrea.org:
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