CCPA del PSUV-Mérida,
realidad virtual, espejismos y fuegos fatuos.
Si en algo no
encuentro ni ápice de satisfacción es en ser aciago respecto a la visión
política extendida entre quienes están en los gobiernos regional y
nacional. No es una actitud sistemática,
y sólo la he tenido en situaciones catastróficas. Tampoco la uso para propagar desánimo, pues
me las arreglo para parecer optimista como todos, a pesar de doblar las
campanas en el cortejo. En el análisis combino el amor
por el socialismo, la lejanía física del poder, la interacción con diversos
sectores de la sociedad, la capacidad de observación y de sacar conclusiones, y
sobre todo, la comparación con situaciones semejantes en la historia que domino
como profesión. Repito, percepciones
malas las sufro y llegan a acongojarme.
Existen
desventajas definitivas, las hay reversibles; pero estas no lo son por azar
benevolente , sino por trabajo político bien aplicado. Y es que desde la visión optimista se diseña
modalidades de trabajo que no cambian realidades no percibidas, que se aplican
a un ritmo diseñado para situaciones óptimas y buenas, sin capacidad para
influir en las malas y pésimas. Es
decir, se homogeniza la acción y la aplicación, sea cual fuere la realidad.
Otra variable que
quiero traer al cuento, es la práctica política de delegar incondicionalmente
responsabilidades en individuos absolutamente incapaces para enfrentarlas,
quizá porque son extraordinarios en otras dimensiones de la vida, quizá porque
den contraprestaciones a quienes los designan, en esa experiencia de endogamia
del poder que signa a grupos hegemónicos.
Investidos con compromisos que les quedan grandes, sin obligación de dar
cuentas y sin exigencias de que lo hagan, vegetan y eternizan los
problemas. Pasa en Mérida en uno de los
sectores más estratégicos de la acción política, la Comisión de Comunicación,
Propaganda y Agitación del PSUV.
Cuando una vaca
come más que el valor de la leche que produce, los campesinos la destinan al
matadero, y adquieren una ternera; pero en la política regional, no sólo conservan
una CCPA –o como les guste llamarse– que
no da leche, sino que le hacen pesebrera nueva y se tapan los oídos ante la
crítica sin interés personal de por medio.
Esta es una afirmación que he sostenido y mantengo, mientras no observe una acción inteligente,
reflejo de un conocimiento mínimo de la teoría de la comunicación, la propaganda
y la agitación, mientras la acción se limite al cumplimiento mediocre de las
campañas nacionales, y se ignore totalmente la realidad merideña y las coyunturas
no atendidas por nadie; mientras se resuelva las contingencias, si es que se
ocupan de ellas, con instrumentos tradicionales, romos y faltos de imaginación.
No tengo
auditorio donde gritar con más estruendo esta realidad merideña. Lo he conversado con amigos que están más
cerca del poder, y hasta con quienes lo rozan o tienen que ver. Ante los ejemplos y las acciones
inexistentes, he tenido una comprensión unánime, pero un eco nulo. Continuaré sin tregua.
Con la parquedad
necesaria para no darle armas al enemigo, expondré algunas situaciones normales
en Mérida que denotan ausencia de idoneidad de la CCPA del PSUV:
- · Necesaria es la algarabía política, y es buena aún para ocultar debilidades, pero cuando un esfuerzo de movilización se consume en su realización, en su explosión, y no trasciende, es porque los mecanismos de difusión están oxidados o no existen. Así nacen y mueren esfuerzos políticos meritorios, a veces medio prolongados por canales débiles y que actúan a destiempo.
- · El enemigo ataca con consignas ácidas y corrosivas, y la presencia de ellas, su poder de desgastar, se eterniza por falta del contraataque necesario.
- · Un acontecimiento político se convierte en victoria aplastante de la Revolución y se va apagando prematuramente por falta de acciones que lo catapulten a la conciencia política local.
- · El enemigo muestra un flanco débil, exhibe una tronera lógica que puede ser explotada hasta el cansancio, pero no sucede así, sino que se permite que se reponga y mejore su imagen.
- · Las organizaciones sociales y del poder popular aprestan voluntarios para participar en actividades de competencia de la Comisión que criticamos, y jamás son contactados, instruidos ni puestos a trabajar, con la frustración y desmovilización que eso significa.
- · En los medios de comunicación impresos, y audiovisuales controlados por el gobierno, no se da ningún esfuerzo para que reflejen las verdaderas necesidades de CPA.
- · En algún recoveco de alguna parte se amontonan planillas, censos, listas… exigidas en anteriores campañas, y no se revisan ni se actualizan, salvo que lo ordenen de más allá, y se repita mal el esfuerzo.
- · Una golondrina “oficial” se pasea por las redes sociales llevando noticias, informes, convocatorias, alertas… pero una golondrina no hace verano. Otras, adueñadas de nombres institucionales, vienen y van, no son responsables, no dan cuenta a nadie, y frustran quejas, inconformidades, necesidades de comunicación hacia arriba.
- · Miles de usuarios navegan sin brújula haciendo lo que pueden y creyendo que más allá de las redes no hay realidad, y no hay quien los aglutinen, coloquen en función de objetivos necesarios, les den poder.
Me detengo, porque
no será la última que denuncie esta gran carencia regional, que se agrava según
como pinta las próximas elecciones.
¡Salud, amigos!
ENLACE de este escrito en La Colmena
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