SOBRE
DECORACIONES
NAVIDEÑAS...
IMAGINACIÓN,
IDEAS,
CRITERIO.
Es difícil salirse de la IMPOSICIÓN ESTÉTICA de la
"decoración" navideña que terminó colonizándonos, integrado como otro
componente de la ideología dominante. La
nieve como punto de partida, para llegar a un ambiente nórdico en este
"trópico inclemente", y personajes, materiales, colores...
completamente ajenos a cualquier realidad local. Este decorado enmarcó otra COMPULSIÓN, la de
COMPRAR.
El paquete venía junto, y ese combo fue una vez favorable
para el comercio exterior de los Estados Unidos, como ahora lo es para el de
China. En PACOTILLA INÚTIL gastamos
millones de dólares de los que sangra la tierra y son indispensables para el
buen vivir de los venezolanos; en BASURA CONTAMINANTE se diluye recursos
indispensables para hacer realidad muchos sueños y transformaciones; y nos
ENVENENAN con figuras engaña imbéciles fabricadas con sobrantes de plásticos
reciclados.
Al preguntarnos QUÉ HACER, salta la gran NECESIDAD, la de actuar en sincronía con el pensamiento socialista, aún cuando actuar con mera LÓGICA bastaría: que se detenga la importación de VENENO-BASURA-PACOTILLA. En la realidad cultural católica de nuestro pueblo, la Navidad significó regocijo, reencuentro, reverdecer de tradiciones conformadas por generaciones, que llenaban la necesidad de celebrar con intensidad uno de los preceptos fundamentales, el nacimiento de Jesús. Toca rescatar y renovar ese contenido de la Navidad, para convertirlo en ariete contra la alienación, contra la estupidización colectiva.
Renunciar a los símbolos más letales, desterrar bambalinas,
pinos y santas, es un paso necesario, y creo que por ahí va la alternativa de
la “decoración” navideña que el gobierno regional está aplicando en la
ciudad. ¡BIEN POR ALEXIS! ¡QUE LA COHERENCIA CONTINÚE!
PERO...
PERO...
AQUÍ y AHORA, aprovecho para INSISTIR en la CRÍTICA al
concepto embotado, burgués, de turismo de CORMETUR.
¿Llegará esta acción navideña a la “OTRA MÉRIDA”? Porque, y cito un trabajo que estoy
elaborando, “Existe otra Mérida, desatendida, negada, escondida, reprimida, silvestre;
inmersa en la oficial, circundándola, que creció en recovecos, en sitios no
aptos para establecimientos urbanos, que trepa cerros e invade cauces, en áreas
sin dueño o donde la sacrosanta propiedad privada se debilitó en algún momento. Sus habitantes invaden cada día a la Mérida
primera, para hacerla crecer con riego de sudor; se repliegan cada tarde,
presurosos, para volver a ser invisibles, ignorados. ....
Mérida silvestre creció desde referencias de unidades de producción,
cercándolas, juntándolas; siguió caminos reales, veredas y travesías, se asentó
en vegas y riberas, retando a corrientes de agua torrentosas, expuestas a los
deslaves o a la inundación. Improvisando
espacios inadecuados por el veto impuesto por la renta del suelo urbano, más
implacable que la de la tierra agropecuaria.
Con ese olor a pueblo que la caracteriza, no tiene –se le niega– la
vocación turística atribuida a la Mérida primera, se le asigna un presupuesto
de hierro, es decir, el mínimo para mantener ciertas condiciones de
habitabilidad, para evitar la explosión social.
Llegó tarde al reparto de todo, ...”
Esta Mérida, la Mérida chavista, es la que la política
turística debe PRIVILEGIAR.
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