PSUV. RELACIÓN PODER POLITICO-IGLESIAS
Uno de los embrollos mayores del PSUV es la ausencia de políticas claras sobre la relación partido-religiones y, por ende, la tendencia a violentar el principio de separación Iglesia-Estado. La militancia religiosa ha llevado a autoridades de cualquier origen, electas o no, al ejercicio confesional del poder o a absurdos apoyos a corrientes cristianas fundamentalistas.
Podríamos hablar de la pérdida electoral de gobernaciones por el poder confesional establecido por gobernadores, o la de alcaldías por la militancia cristiana de algunos alcaldes, riesgo que continuará hasta cuando no se defina la separación del ejercicio del poder de la militancia religiosa. Porque no se trata de creer o no creer, de que no se pueda militar en una iglesia o de que no se deba cumplir con los ritos que esa militancia establece. No. Se trata de evitar la prédica religiosa indirecta o la promoción de sus prácticas desde el poder. Personalmente, cada quien resuelve su relación con el dios con el que se identifica, principio inalienable.
Pero se trata también de evitar que por creencias religiosas se omitan obligaciones políticas fundamentales ante coyunturas históricas determinadas. En este momento se está desarrollando una de las barbaries mayores que un régimen político pueda cometer contra una sociedad, aberración política de origen religioso, crimen de lesa humanidad que no puede pasar sin denuncia por nadie con sensibilidad humana y sentimiento humanista.
En este momento el proyecto político-religioso sionismo, con el gobierno del Estado de Israel como instrumento, está masacrando al pueblo palestino y la humanidad no puede menos que elevar un clamor de indignación y repudio. Callar es complicidad y en nuestro estado se está callando.
Hablar de sionismo en nuestra realidad pareciese un exabrupto, pero la realidad impera. Se coló a través del llamado sionismo cristiano, que en una maroma teológica absurda empata la segunda venida de Jesús, creencia de iglesias evangélicas, con la promesa de ocupación de la tierra que el dios de los judíos le prometiera a este pueblo. Lo que es bueno para el Estado de Israel que se expande sobre Palestina cometiendo etnocidio, es bueno para la iglesias que creen esta expansión como seguridad de la segunda venida. Y a esas iglesias sionistas fatalistas están en el entorno de nuestros gobernantes.
No más callar. Exigimos de las autoridades estatales y municipales un repudio claro de las atrocidades cometidas contra el pueblo palestino, en la tónica que Chávez siempre nos infundió.
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