RATÓN MORAL,
LO
PEOR QUE TE PUEDE PASAR EL 7D
Soy responsable
de la derrota que vivimos, porque
por descontento irreflexivo voté por mis enemigos. No participé en esta victoria que nos salvó del caos, porque mi voto se lo di a los
perdedores de siempre creyendo que todos mis camaradas actuarían igual. Quien no lo sabe lo sospecha, y no puedo
mirar a mis camaradas de frente, porque traicioné principios que teníamos en
común. Le falté a Chávez, le fallé a quien me mostró la posibilidad de un mundo mejor
y me dotó de instrumentos para su búsqueda.
Conozco lo que viene, y me siento deprimido por haber aupado ese futuro
nefasto. Estoy escoñetao, y me lo
merezco por huevón y pendejo.
Todas las
variantes de esas reflexiones del tiempo siguiente, que no te abandonan, te
carcomen, se refuerzan con la convivencia, es el llamado ratón moral. El orgullo de haber aportado algo, de haber
incorporado esperanzas no trilladas, de haber suspirado ante un ramalazo de
utopía, de haber crecido intelectualmente, de haber observado al mundo con ojos
de enderezador de entuertos, de haber descubierto que con mi cambio le estaba
dando inicio al futuro… todo, todo
lo que aprendimos de la mano de Chávez, se puede transformar en historia
vivida, en pasado lóbrego y perverso, luego de caer en las redes de
convencimiento lanzadas por quienes han dominado la historia, exprimido el
mundo y generado el caos que vive el planeta.
Muy difícil
recuperar lo perdido, porque para eso, primero, hay que conservar la vida, y la
sobrevivencia no la tenemos asegurada. Los
cementerios de quienes perdieron la historia por no saberla defender, jalonan
el pasado; el mal se asegura de que su imperio no va a quedar expuesto ante
insurgentes que puede desaparecer para siempre.
Y el peligro de muerte no es de otros, de los valientes, ajeno, a no ser
que se evite participando como verdugo.
Los errores, las
deviaciones en procesos como el que nos tocó la fortuna de vivir, se corrigen
participando, no reculando. Somos más
quienes actuamos con los principios por delante, y debemos proponernos recuperar
los espacios asaltados por ineptos, burócratas, corruptos y fingidores. Es un reto de vida, una lucha que estamos en
la obligación de dar, pero que sólo será posible conservando el campo donde de
darán las batallas. No nos convirtamos
en estatuas de sal, miremos adelante y salgamos a votar, única manera de apoderarnos
del futuro.
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