La depresión endogámica de la Universidad sin futuro
No es que no, sino que.
No es solo que las universidades “autónomas” y algunas satélites se
anclaron en el pasado, se lastraron hasta los topes y nadie pide que lo echen a
tierra, sino que lo hicieron en el canal de navegación de la educación
superior; lo obstruyen, estorban, lo que es falta mortal contra el undécimo
mandamiento, no estorbar.
Hay peculiaridades regionales en esta forma de generación de
poder. Por ejemplo, en la ULA se decretó
que como era una de las escasas fuentes de empleo de la ciudad y el estado, la
universidad debía cumplir ampliamente la función de “empleadora”, sin tener en
cuenta otras realidades. El resultado,
el de esperar y más. Ciudad también
medianamente endogámica, se fueron conformando tribus familiares, verdaderos
clanes cuyo poder no se puede desestimar a la hora de conformar más poder;
grandes electores llamaron a los jefes de esos clanes. Familias cuyos integrantes ocupan diferentes
niveles de la academia y administración universitaria: profesores, empleados,
obreros, sindicalistas, porque en toda familia hay dotados para cualquier escalafón.
Como práctica de los últimos años, se viene produciendo decisiones rectorales arbitrarias,
fortaleciendo esa y otras modalidades de adquirir poder, llevaron a contratar
gran número de empleados y trabajadores, sin disponibilidad presupuestaria,
creando una crisis que, como otras, se ha reflejado en el deterioro de la
convivencia ciudadana, intrínseco al funcionamiento contemporáneo de la ULA. El reptor Léster, el actual alcalde Basura,
es el ejemplo clásico de esa práctica ilegal, y de ello salió impune, como
saldrá de todas las irregularidades cometidas en el actual cargo... ¡la impunidad es la madre, el padre, la abuela y la parentela de la corrupción!
El Consejo Universitario, cual Luis XIV, pudiese recitar “La
Universidad somos nosotros”, y todos contentos, pero es que la cosa pica y se
extiende. Relaciones dialécticas con
otros poderes regionales, conforman una malla de poder que arropa la ciudad,
destilando sobre la sociedad eso que he venido llamando desde mucho ha, ideología
merideña, cuyas aristas más importantes ya han sido definidas. No se trata sólo de
intercambios de sonrisas y abrazos entre los dignatarios de los poderes, sino
de complicidades, conformación de intereses comunes, ejercicio de la dominación
de clase, imposición de la ideología, defensa mutua (espíritu de cuerpo). Dicen en Mérida que no se elije vicerrector
académico sin el beneplácito de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana,
y que cuando la prensa reseña un especial recibimiento a un candidato por el
Arzobispo, ya se sabe quién ocupará el máximo cargo académico.
Las mafias constructoras, los bancos, otros poderes económicos y los
“proveedores” (Las fuerzas vivas, que llaman) financian espléndidamente
campañas concretas (les encanta escoger y elegir vicerrectores administrativos
y secretarios), la compra de los votos estudiantiles (también profesorales) a
punta de aguardiente, restaurantes y algunos “recursos” , que es la normalidad de las
campañas electorales; y el reptor ganador es la concreción de todos los
intereses y vicios. ¡Cuán pucro y democrático el
ambiente!
Hoy nos detenemos aquí, pero prometemos volver con la
paradoja mayor de las presentes en las universidades “autónomas”, la
prevalencia del pensamiento único, que es como la regurgitación de la
definición de Universidad. Pero antes, después
de reiterar que no escribo desde la inocencia, algo que me está aleteando desde
la mitad de este artículo.
Recuerdo que algunos sesudos colegas ascendieron en el
escalafón universitario con trabajos sobre la “Universidad”, que hasta
terminaron publicados (como no, si eran autoridades o candidatos a serlo). Si necesitase un ascenso en este momento,
tomaría esta serie de artículos escritos de memoria, los acicalaría, es decir,
los redactaría con mayor cuidado, un poquito de gamelote aquí, otro más allá, lo
convertiría en “científico” incluyendo unas cuantas citas y “referencias”
bibliográficas y… que me nombren jurado, y si amigos, mucho mejor. Era fácil.
Para abundar, traigo aquí el caso de la tesis doctoral o trabajo para
titular (disculpen, pero no lo recuerdo con precisión) de un connotado abogado
merideño, doctor en derecho y no se cuantos títulos más, que trata de la
legislación laboral y en cuyo inicio dice, que “los indios no tenían cultura”
(SIC, se lo juro), en mi biblioteca en depósito tengo el “folleto” (por su
extensión no llega a libro).
Enlace de este artículo en aporrea.org:
La depresión endogámica de la Universidad sin futuro
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