Para tan gran necesidad
perfilé mi propia rosa de los vientos
la implanté en el centro de la espesura del sueño
y cada día
para ubicarte
intento un rumbo nuevo
entre los que navegaste para sacarnos del punto muerto
y acariciar el des-punte hacia el futuro concreto
Enfrento al cálido Mediodía
me desvió hacia donde procede el Siroco y el Lebeccio
y hasta me desvelo hacia el Poniente y el Levante
Me niego a enfrentar al Tramontana, el Mistral y el Gregario
de donde procede la maldad
porque jamás de los jamases serían tus derroteros
Y esa locura amargosa la repito cada día
a pesar de saber de buena fuente y lacrimosa experiencia
que ocupas toda la circunferencia del horizonte
para guiar a los marinos de los ochenta y tres mares
desde el Laptev hasta el de Amakusa
y a los hombres del millón de sueños
(SIETE)
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