MÉRIDA, LA CIUDAD VENEZOLANA CON MÁS FASCISTAS POR METRO CUADRADO
Mural de Chávez atacado el 11-12 por fascistas de los alrededores del INCES |
Mérida rezuma fascismo. Su
cuna ha sido el seno de las clases dominantes y de sectores medios –de medios
hacia bien abajo–, amamantados con la “ideología merideña”. Siempre han existido, pero desde 1999 han
crecido exponencialmente, a causa de que sintieron –les hicieron sentir– el
peligro de destrucción de su ideología y privilegios, algunos existentes sólo
en anhelos incumplidos, en la marusa de maíz amarrada a la trompa para hacer
llevar la carga, contentas, hasta a las mulas más propensas a encabritarse.
No es el momento de tipificar la “ideología merideña”, porque ese acopio
ideológico singular ha sido uno de mis objetivos como historiador. No obstante, hay que recordar que viene
formándose desde la invasión española y que se sustenta en una rígida jerarquía
con posiciones determinadas por el racismo y la exclusión, con un ensalzamiento
del trabajo ajeno, apuntalado con la resignación cristiana. La iglesia fue siempre el generador más importante
de esa ideología, papel que pasó a compartir con una de sus creaciones, la
universidad escolástica, que agregó otro tipo de méritos al mantenimiento de la
esclerosada sociedad. A su servicio
también ha tenido a historiadores, literatos y “científicos sociales”,
creadores de mitos y vapores teóricos tramposos. Con ese paquete ideológico cuadran la cabeza
de los merideños, influencia que no perdona ni a quienes en la historia de
Mérida tendrían que haberlo por lo menos amenazado. Y para mayor fatalidad, ha signado el
comportamiento de la mayor parte de los dirigentes revolucionarios chavistas,
de 1999 acá, lo que se puede demostrar con la “manera de gobernar”, tan
semejante a la de la derecha histórica, hasta el punto de que a los electores
les da lo mismo votar por unos o por otros.
Las posiciones doctrinarias antagónicas no se han esgrimido contra esa
ideología, y menos se ha planteado la lucha de clases como mecanismo de cambio
adecuado para este tipo de sociedades.
El pensamiento fascista siempre ha sido un componente importante en esa
ideología y se ha puesto en evidencia cuando es necesario; por ejemplo, es
innegable la empatía que sintieron las clases dominantes merideñas por
Mussolini y por la causa del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero los comportamientos fascistas son más recientes, y surgieron cuando
hizo falta amedrentar. Una sociedad conservadora,
pasiva ante los cambios y con una adaptabilidad política excepcional, capaz de
apoyar indistintamente a dictaduras y democracias sin parpadear socialmente, no
tenía por qué generar comportamientos fascistas.
Durante la insurgencia de los sesenta, que implicó sobre todo a
estudiantes “forasteros”, surgió la primera organización fascistas de choque,
la “mano negra”, cuyos integrantes se limitaban casi a los hijos de la
burguesía merideña y cuyos objetivos sólo alcanzaban a la competencia por
prebendas y espacios políticos universitarios; no hacía falta para poner orden
en otros ámbitos, porque los cuerpos policiales se encargaban de las verdaderas
tareas de represión y escarmiento.
Llover sobre mojado sería hablar de la erupción fascista durante los
gobiernos bolivarianos, cuyo pináculo fueron las “guarimbas”, pero que tiene permanentes
manifestaciones, una de las cuales es la expresión de ODIO a Chávez, de las que
he reseñado algunas en Historia para Fundamentar. El “zambo” les removió neuronas, fibras y
asaduras, les envenenó el tuétano de sus espíritus, y de eso sólo puede emanar
fiereza y regurgitación del odio que ha dominado las lastimosas vidas de los
burgueses merideños y de esos, más que alienados, idiotizados sectores sociales
que se hacen llamar clase media, cuya caracterización tampoco viene a cuenta
hoy.
Estúpidos de toda estupidez, atacan a un personaje que sus hijos y nietos
tendrán que estudiar, porque es el más importante de los venezolanos de los
siglo XX y XXI. Sucedió con los
partidarios de Páez contra Bolívar, y no olvidemos que Mérida siempre ha sido
una ciudad paecista, cuyo bolivarianismo es sólo un cuento de camino.
Mural de Chávez atacado en el 2014 |
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