¿REMODELACIÓN O AGRESIÓN HISTÓRICA Y ESTÉTICA CONTRA MONUMENTOS MERIDEÑOS?
Comienzo por la última acción, la de mayor significado y que más emoción fatua provocó, la <<restauración>> de la Columna de Bolívar, para continuar en próxima oportunidad con las estatuas de Andrés Bello, Rafael Urdaneta y el Parque del Ejército.
Obviando la cronología revisada recientemente, los hitos más importantes del primer monumento dedicado a la gloria del Libertador en el mundo es la siguiente:
1842: Erección de la columna (diseño, Arq. Juan Pablo Ibarra; constructor, Jacinto Manrique).
1856: Culminación de la obra e intervención de los alrededores. Intento de colocar sobre la columna una estatua de arcilla elaborada por Pedro Celestino Guerra, frustrado por accidente que la destruyó.
1883: Con motivo al centenario del nacimiento del Libertador se restauró y se colocó un busto de loza (<<greda cocida>>) de Gabriel Parra Picón, Vicente Rubio y Gabriel Picón Grillet.
1889: Refacción importante del monumento.
1901: Reconstrucción y erección del busto en bronce del escultor francés Vital Gabriel Dubray. Este busto pasó más de un siglo sin que se conociera su autor, aportado por Samuel Hurtado en 2018; se decía que era una copia del esculpido por Pietro Tenerani en 1831, encargado a un escultor italiano. Colocación de placa conmemorativa.
1930: Importante refacción del parque.
1942: Reconstrucción y colocación de bajorelieves de León Mariño y de la orla a lo largo del fuste.
1975: Placa alusiva a la tierra traída del Monte Sacro colocada al pie de la columna.
2013: Refacciones y colocación placa de los 200 años de la Campaña Admirable.
2023: Intervención, al parecer inconclusa, que justifica este escrito.
Y en toda su historia, quejas mediáticas periódicas sobre el estado de abandono y descuido de su entorno.
Es la historia del monumento Columna de Bolívar (no <<Monumento a La Columna>> como se establece en uno de los escritos ilustrativos –ver foto) que se debe respetar y no modificar para justificar la intervención o ensalzar administraciones gubernamentales.
Todas las intervenciones históricas han aportado algo al monumento, menos la última que lo desmejoró notablemente. La más importante merma, la incapacidad de restaurar los bajorrelieves en galvanoplastia de León Mariño y su suplantación por copias de resina, sin alusión alguna y con firma de autor compartida. Seguramente los originales deben estar <<en custodia>> de alguna institución, como si la retirada de los espacios públicos de los monumentos metálicos fuese criterio normal de manejo de la estatuaria urbana.
Otra desmejora, el remplazo arbitrario de las placas de bronce históricas, la de 1901 (colocación del busto de bronce), la de 1975 (tierra del Monte Sacro) y la colocada en 2013 (bicentenario de la Campaña Admirable) y su reemplazo por otras de resina que aluden a la intervención del 2023, poco estéticas (podríamos decir que <<mal hechas>>) y con errores en la notación de los números. Esto de los errores ortográficos ya es norma; el 80% de las placas o escritos colocadas desde el 2023 en sitios públicos tienen errores de ortografía o redacción, o de malas referencias históricas. También desapareció la tierra traída de Monte Sacro y la placa colocada para identificarla.
Izquierda, placas de bronce removidas Derecha, placas de resina que las sustituyeron (nótese la escritura de los años y la falta de acentos). |
En la construcción de la estatuaria merideña han intervenido más de medio centenar de escultores o talleres de escultura. Entre ellos, por afinidad con los regímenes políticos y aporte cuantitativo podemos considerar como escultores oficiales a Marcos León Mariño, Manuel de la Fuente, Manuel Suescun y el actual, Ramón Albornoz, con muchas virtudes e importantes limitaciones.
El problema del asesoramiento es delicado, porque a asesoramiento mediocre, resultados nefastos. Imaginémonos que en Mérida no hay expertos (prácticos e inteligentes, como se decía en la colonia) sobre estatuaria, o que quienes sepan algo no sean de confianza ni proclives a avalar caprichos no profesionales, y se haga necesario acudir a Caracas… pues hay que hacerlo antes de cometer errores.
Las obras escultóricas de Ramón Albornoz presentes en Mérida han sido las siguientes:
- Rafael Urdaneta (1985, fundida por Francisco Hernández) robada en un nefasto período que acabó con cerca del 40% de la estatuaria merideña y no ha habido gobernador, alcalde, fiscal o procurador con voluntad política de investigar este estropicio, quedando así el delito históricamente impune. Este busto fue reemplazado en 2023 por una copia de cemento caso que consideraremos aparte.
- Las cinco águilas blancas (2004, fundidas por Adan Vergara) que suplantaron a las de resina que hicieron pasar por bronce, de un tal Colmenarez (escultor de Barquisimeto) uno de los mayores escándalos de corrupción en torno a la estatuaria merideña.
- Fabricio Ojeda (2011) de bronce, que preside un salón en el edificio legislativo y que tampoco fue fundido por él autor.
- Tupac Amarú, Ernesto Che Guevara y Ezequiel Zamora, modeladas en 2012 y que están en la Casa del Poder Popular de Santa Juana. De cemento, material que es el que parece usar con mayor habilidad, además de la resina.
¿Qué correspondería hacer con la Columna de Bolívar gravemente desmejorada? Reconocer que el asesoramiento no fue el adecuado y restaurar las placas y bajorrelieves sustraídos (el colmo si fueron destruidos o afectados gravemente) para recolocarlas y llevarla al estado en que se encontraba antes de la restauración de 2023.
Como les dije al inicio, este tema continuará.
¡Saludes!
Copia en resina de bajorrelieves en galvanoplastia de León Mariño colocados en 1942 y que debieron ser restaurados y vueltos a su lugar. |
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