¿Para qué escribir?
Hay trincheras que parecen meros trazos inconexos en un mapa de un sistema sitiado. Nada que ver con las rayas precisas que zigzaguean frente a las manifestaciones más letales del enemigo. Y desde uno de los más insignificantes fosos de defensa apresto el arma que me fue dada, pero, ¿para qué escribir? ¿Para quién?
Han pasado varios meses desde que recuperé la capacidad de retomar este blog que ahora hojeo con orgullo de autor. Pero aquí está, detenido en la nada resistiendo mi decisión de retomarlo como mi principal trinchera de combate, que lo fue.
Desde mi abandono forzado hasta hoy, la historia candente que me envolvía crepitó, consumió sueños, recreó fantasmas, devoró deidades, exaltó demonios. Al delta de temas se agregaron caños, se taponaron otros, se desbordaron los más. Mi realidad cambió y ahora debo seleccionar lo más útil o, mejor, lo menos inútil de los temas impuestos por el constante mutar, siempre para expresar lo que creo, de lo que estoy convencido, resultado de mi formación intelectual.
Un nuevo frente en la sempiterna guerra en que nos ha sumido el capitalismo, el parto de un nuevo orden internacional, el tobogán de realidades que provocó alteraciones en el proyecto político más atrevido de nuestra historia, que nos llenó de esperanzas y dio sentido a nuestras vidas (gracias Chávez) y la percepción que de eso tienen quienes por ambiente académico y político conformamos un modo de explicar.
Me atrevo, y declaro reabierto este blog, con el convencimiento de que levantaré ronchas pero no callaré.
Amigos, estoy de vuelta.
