Era el turno del segundo escrito sobre la búsqueda de la madre de la seudoburguesía venezolana, que estoy REHACIENDO a causa de que se perdió en abismos virtuales en su tránsito entre un cyber y mi correo, a donde nunca llegó. ¡Y es fastidioso rehacer lo hecho!
PELANDO, PELANDO, SI CONFUNDIMOS EL BOTAR CON EL VOTAR…
Y
LO ESTAMOS HACIENDO.
Por no ser claro el título anterior, lo cambio:
LOS VOTOS OPOSITORES NOS PUEDEN APABULLAR
CON PRIMARIAS O SIN PRIMARIAS
Tenemos la
mollera dura si después de los sopotocientos actos electorales nacionales desde
1998, prevalece el análisis de la racionalidad del voto opositor.
La lucha a todo
trance por la presencia en los organismos de elección popular de las cúpulas de
las tendencias de la derecha, es trascendente para el reparto del botín mayor –la
renta petrolera– el acomodo en el modo de producción y hasta para estrategias
geopolíticas; es un plano de la disputa por el poder, donde prevalecen
experiencias y diferencias –que no contradicciones– históricas.
El resultado de
esa aparente aniquilación mutua no tiene que ver con el comportamiento de los
electores, avasallados desde el 98 por la densa arenga del odio hacia el
régimen tiránico y hambreador, que hay que BOTAR, sin detenerse ni un momento a
pensar por quién VOTAR para lograrlo.
Más cierto,
cuando observamos que la sangre de la trifulca de dirigentes nunca llega al
río, y que en todas las circunstancias se presenta un candidato, uno, al que sin
importar su origen o pedigrí le caen los votos de los irritados. Loco ha sido el comportamiento de los
dirigentes, pero no tan insensato como para no terminar arreglando, por
cualquier la vía, una única nominación antes del acto electoral. La MUD es un saco de gatos de diferentes
pelajes, refugio de gatos falderos, de callejeros con larga experiencia o domésticos
con tigres protectores, llegados allí por cuestiones de sobrevivencia cuando se
decretó la cacería de gatos, y que ahora sólo cumple el papel de impedir chifladuras
gatunas y acallar los maullidos de los gatos más debiluchos.
Que valga
nuestro ejemplo, el de Mérida, bueno entre los mejores. Aquí no hubo elección ni reacomodo, sino vil
reparto en función de intereses nacionales; se consideró un estado seguro de
ganar[1], y a
quienes van de candidatos, asambleístas salidores. Los subestimados y relegados, con igual o
mayor derecho de ser candidatos, nivel dado por el “control” de electores,
reviraron con todo su poder provinciano, pero ni bola; escarnecidos, decidieron
abrirse camino hacia las candidaturas mediante primarias, pero sólo están dando
lástima con su infantil comportamiento.
Quizá se desanimen definitivamente o le brinden un saludo a la bandera ante
pequeños ajustes realizados desde Caracas, acción ya prevista por los Fouchés
que mueven los hilos de la demanda imperial.
Esa es la
solución a las apetencias personales y de fracciones, y resuelta quedó; no
incide sobre el comportamiento de los electores opositores, que van cegados a
VOTAR, para BOTAR del poder y sus vidas a todo lo que huela a chavismo. Sea el candidato William Dávila, o Juan Bimba,
el eterno marginado, igual irán a votar.
No le pidan racionalidad política a los fachos de mi parroquia, que
arrastrarán a sus agonizantes ascendientes a la mesa electoral; tampoco a esa
secretaria de la ULA que conozco, representante de un conjunto de disociados
que sueñan cada noche con el día de la venganza electoral; ni al dirigente de la
parroquia, venido a menos con eso del poder popular. Hasta quienes tienen la capacidad intelectual
para decidir el voto, se comportan con una incongruencia límite a la hora de
VOTAR para BOTAR; hablo de los profesores universitarios, ejemplo del disparate
implantado entre los electores de la oposición venezolana.
Se les podría
pedir coherencia política a los egresados de la Misión Sucre, con un título en
sus manos que tendrán que revalidar ante la vuelta del predominio de los
intereses de los colegios profesionales, y los hay por montones denigrando del
gobierno y esperando la ocasión de contribuir electoralmente a su
derrocamiento; al igual que multitud de abuelos que nunca les pasó por la
cabeza que el ser venezolanos y haber vivido les daba derecho a una pensión
decente, y que, por no defenderla, a corto plazo la verán convertida en sal y
agua. A los beneficiarios directos de las
misiones de salud o educativas, que piensan que las misiones siempre han estado
allí, a su disposición, y que ahora se están administrando mal, por lo que hay
que cambiar al gobierno, condenándolas así a su total erradicación. Y en el colmo de los colmos, se les podría
pedir a beneficiados por la Gran Misión Vivienda o a quienes esperan por
adjudicación de viviendas, con comportamientos políticos como si fuese un
fenómeno natural el aguacero de viviendas que se está produciendo.
Todo lo
anterior, para asegurar que no podemos sacar conclusiones axiomáticas ni diseñar
políticas electorales sobre la base del número de circunscripciones electorales
donde realizaron primarias, o de cuántos electores participaron en ellas,
porque el voto opositor nunca ha estado sustentado en la racionalidad política,
y saldrán a VOTAR en cambote para BOTAR el chavismo, en un momento de grave
crisis inducida. Se animarán mutuamente;
traerán como motivación los problemas vividos, resueltos o no, las grandes
bolas que ruedan permanentemente conformando una opinión política virtual, sacarán
la cuenta de los dólares negados, de la ideologización de su entorno, de lo
felices que fueron antes de la irrupción del pueblo, y esto hará surgir la
exclusión y el racismo que siempre practicaron.
Se levantarán más tarde, pero todos saldrán a votar.
Releído lo escrito, estoy consciente de que le falta amasar;
expuse pocos ejemplos del voto disociado y del incoherente. No recomendé
hacer una encuesta de por quién van a votar en las legislativas los
beneficiados o en trance de serlo de la GMVV, en el municipio Lasso de la Vega,
por ejemplo, cuyos resultados harían sentar de culo al más embraguetado.
Pero así se va, sin más tardanza.
[1] Si
están en lo cierto, es otra historia, a la que le meteremos diente después de las elecciones del PSUV.
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