LA IMPUNIDAD
Muy trillado eso
de referirse a la impunidad como una de las mayores tribulaciones del proceso
que estamos viviendo, como el mayor riesgo que amenaza a la Revolución, y sin
embargo sigue incólume, mostrando abundantes facetas e intensidades, siempre
presente, victoriosa. La magnanimidad,
el perdón, el temor, el descuido, la desidia, la complicidad… han sido nidos
que la han albergado, permitiendo ese carácter permanente, paralelo a las
etapas del proceso revolucionario.
A no ser que se esté
actuando con extremado sigilo, Mérida es un paraíso para la impunidad. Todos los estragos cometidos en la ciudad por
la furia fascista han quedado impunes, lo que anima a su permanente
reproducción; ni la gravedad extrema de los asesinatos cometidos al calor de
las guarimbas ha significado el mantenimiento de investigaciones para aclarar
los hechos y establecer acciones legales contra los criminales. Por lo pronto, oficialmente, los desmanes
están en el olvido.
¿Qué nos queda a
quienes estamos convencidos de que la impunidad y el olvido son los caminos más
cortos a los infiernos de repetir la historia? ¡Mantener la memoria! ¡No permitir el olvido! Encarar y denunciar permanentemente a los
poderes públicos negligentes, desidiosos, cómplices. En Mérida Gisella Rubilar se convirtió en
bandera; ella personifica a todos los asesinados por el fascismo criminal
durante el prolongado reino del terror instaurado en la ciudad. Enarbolemos esa bandera para impedir el
olvido, para vencer la impunidad; es una lucha que obliga, que compromete.
¡JUSTICIA PARA
TODOS LOS ASESINADOS EN MÉRIDA POR LA FURIA FASCISTA!
¡NO AL OLVIDO!
¡NO A LA
IMPUNIDAD
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