Conviviendo con el asqueroso fascismo
Con retraso, pero
llegó la calma a Mérida. Se necesitó un
procedimiento militar complejo, aún en curso, que limpió las barricadas que
permanecieron más de 70 días acotando una vasta zona de la ciudad, territorio que
vivió al margen de la Constitución y las leyes; procedimiento que intimidó a
los envalentonados por la larga inacción gubernamental y las escaramuzas
ganadas, y que devolvió la confianza en las instituciones a los ciudadanos
privados de sus derechos por una sarta de facinerosos violentos y disociados.
Transitamos libremente por las “zonas liberadas”, por los “territorios 350”, por las “repúblicas independientes” y no percibimos nada distinto de lo habitual. No observamos tras ventanas y balcones seres mutantes, metamorfoseados, zombis babeantes, monstruos con ojos desorbitados, colmillos y garras sanguinolentas… como los que Hollywood fabrica para los desmanes de ficción que en Mérida fueron realidad tangible.
Entonces, ¿qué verdugos
infligieron distintos tipos de alevosas muertes? ¿qué descerebrados se
ensañaron contra el sentir y pensar distinto? ¿quién dirigía los zombis que
destrozaron bienes privados y públicos para usarlos de parapetos tras los
cuales violentaron a mansalva derechos ajenos? ¿qué calaña de terroristas
desconocieron
las normas de convivencia más elementales e impusieron la consternación como relación de dominación?
las normas de convivencia más elementales e impusieron la consternación como relación de dominación?
Es larga y variada la lista de
pérdidas ocasionadas a la sociedad en su conjunto durante los setenta días de
señoreo del terror; cualquier intento de enumerarlas puede
dejar sin contabilizar importantes aspectos.
Muerte y heridas de diferente consideración a personas, ataques e
intimidación a funcionarios públicos y extranjeros … crueldad con animales, depredación
del medio, asalto y destrucción de instituciones públicas de la administración,
la educación y la salud, atentados contra la infraestructura eléctrica, saqueo
de comercios privados, quema o destrucción parcial de vehículos oficiales y
privados, incluidos medios de transporte, destrucción o robo del mobiliario urbano…
En otra dimensión, saboteo total de una de las temporadas turísticas más
importantes para la economía merideña y merma pronunciada de otra; quiebra de
pequeños comerciantes y paro obligado de empresas, por paralización de varios
centros comerciales y sus alrededores; despidos de trabajadores, disminución de
ingresos de trabajadores informales, fortalecimiento de la escasez, la especulación
y la usura por parte de toda ralea de comerciantes, aumento de la inflación… Y
en la dimensión político-social, además de la violación de derechos
constitucionales de personas, la suspensión de actividades de todos los niveles
de la educación, la radicalización de las posiciones políticas, la propagación
de la mentira y el fraude como alimento de la disidencia política, la profusión
de insultos y descalificaciones contra el Presidente y otros funcionarios
electos por el voto popular, la introducción de la violencia armada para
dirimir situaciones políticas, la persistencia de la impunidad frente a delitos
graves, el incremento de los índices de “delitos comunes”, el aumento de la
depresión, el estrés y de la morbilidad en muchas áreas de la salud.
Ante tanto “fin
de mundo”, remiramos los edificios y zonas que fueron los focos de tanta
desazón, para buscar a los monstruosos perpetradores de las iniquidades. Nada, porque sin poder penetrar en las profundidades
de la conciencia o analizar los humores internos sólo observamos personas
similares a nosotros, como ha sido siempre, e inmensamente débiles por lo
demás. Ahora, superada su participación
en los desmanes, no se hallan en un ambiente “normal” y están acudiendo en masa
a buscar consuelo en los consultorios de psiquiatras y psicólogos, que nunca
habían tenido tanto trabajo.
Entonces, ¿qué
fue lo que provocó que encantadoras mujeres de madura edad, en su juventud
hijas de María, creyentes y devotas del mejor mensajero de la paz que haya
parido la humanidad, formadas en profesiones de diversa índole, empleadas de la
Bicentenaria (¡!) ULA, la administración pública y la empresa privada,
felizmente casadas, madres dedicadas y excelentes reproductoras de los valores
de la sociedad, qué fue lo que las hizo de repente desgañitarse gritando “¡hay
que matar a los chavistas! ¡hay que
salir a como de lugar del tirano!... y animaron a sus hijos e hijas a desahogar
su juventud en las barricadas?
Y estos jóvenes,
formados a conciencia en La Salle, San Luis, Fátima, La Presentación, CEAPULA…
recién destetados del Toddy, el Cerelac, el Ensure y otros suplementos
alimenticios, asiduos de La Cucaracha en sus dos frentes (discoteca y gimnasio),
adictos a bebidas hipertónicas y –¿qué tiene de malo?– de las alcohólicas;
estos jóvenes, por los cuales sus padres suelen pasar necesidad y reventar las
tarjetas porque no pueden ser menos y usar ropa que no sea de marca ni celular
de pobretones, ¿por qué esos jóvenes se engalanaron de héroes de comiquita y
salieron a tumbar al tirano, codo a codo con “ejemplares” que hasta el momento
habían considerado despreciables malandrines, en una simbiosis que, como
veremos, les está saliendo muy cara a los padres auspiciadores?
¿Qué hizo que empresarios, comerciantes y profesionales traicionaran la lógica del capital porque esta vez sí iban a salir del dictador, hasta hacer quebrar a colegas menos dotados para la larga resistencia contra el tirano?
¿De dónde
salieron los mercenarios de la violencia que por tres lochas asolaron
Mérida? ¿Y los desvergonzados de los
medios de desinformación empeñados en justificar el odio y a tergiversar los
hechos? ¿Y los religiosos bendiciendo la
ruindad y la injusticia? ¿Y los
académicos sonriendo para adentro desnudando su triste estructura mental?
La explicación la tenemos en los casi tres lustros
de reacción sistemática de quienes vieron amenazada la jerarquía de valores que
habían impuesto al conjunto de la sociedad; de densa prédica invasiva mediante
los canales formadores de opinión que estratégicamente habían
monopolizado. Tres lustros de mensajes
dirigidos a exacerbar los temores individuales más íntimos, creación de siglos
de supremacía de una ideología jamás antes amenazada seriamente. Tres lustros de satanizar los valores
insurgentes, liberadores individual y socialmente de las ataduras impuestas por
la ideología de la explotación de clases y naciones. Tres lustros que fueron conformando una
praxis de defensa a ultranza de la exclusión y del racismo, bajo cualquiera de
sus disfraces, subyacentes en la ideología dominante desde sus más remotos
orígenes; de defensa ciega de un concepto de propiedad, privada en lo minúsculo
y ajena en lo significante, de una educación castradora del individuo y reproductora
del sistema; de una religión ajena a la religiosidad del pueblo, propagadora de
la resignación ante la injusticia y plegada a los poderes terrenales; de un
interesado concepto jerárquico de la sociedad, donde los pobres son pobres por
haber nacido así y, de cumplir cabalmente con sus obligaciones, serán
premiados con el goce celestial.
Una ideología
sancochada en la intimidad de la región y aderezada con los aportes externos,
en la medida en que penetraban por diversos boquetes, cada vez más
amplios. Una ideología que se fue
ajustando a los cambios del modo de producir sin perder su esencia, ya que las
mismas clases dominantes continuaban monopolizando los medios de producción de
las economías mutantes. Una
ideología matizada con la estética del imperio y su escala de valores
culturales, capaz de engullirse a quienes insurgieron con herramientas y
posibilidades de trastocarla... encorbató hasta a los
descamisados cuando llegaron al poder en el trampolín de Chávez.
descamisados cuando llegaron al poder en el trampolín de Chávez.
Su
odio por este revolucionario se debe a que hizo estremecer los elementos mas
caros a la ideología: echó las bases para terminar con el racismo y la exclusión,
hizo aflorar el humanismo y la solidaridad como guías de comportamiento, desacralizó
la historia para ponerla a disposición de los pueblos, estremeció el concepto
de propiedad y hasta demostró que otra relación con Dios era posible; es decir,
rescató la vía socialista como la única posible para la construcción del
futuro.
Eso no se perdona ni se aguanta, mucho menos después de que "Dios les hizo justicia e hizo desaparecer ese mono de la faz de la tierra". Ansiosos, esperaban la oportunidad de irrumpir nuevamente contra el nuevo orden que se estaba imponiendo y fue feroz el plegamiento a la orden imperial de continuar violentamente el golpe económico. Pero fracasaron una vez más, no sin dejar la huella del paso de los iracundos. Ahora, esperan una nueva oportunidad que será más calamitosa, a no ser que el Estado imponga desde el comienzo su deber de preservar el orden. Esperan envenenados, ansiosos de que el magnicidio resuelva gran parte del conflicto; que aparezcan motivos para alzarse: aumento de la gasolina, de la electricidad, el incremento del desabastecimiento y las horrorosas colas resultantes de ello, la aplicación del artículo 058, la muerte de políticos presos en huelga de hambre, la intervención más contundente del imperio... ¡Cualquier cosa! Esperan en sus actividades diarias que retomaron de mala gana. Pasaron de las barricadas a la venta en lugares estratégicos y utilizando sus automóviles como vitrina, de “donas”, "paninis", banderitas y objetos ridículos del pan y circo global que invadirá muy pronto nuestros hogares; volvieron a las discotecas y gimnasios, al Wii y los videojuegos.
Eso no se perdona ni se aguanta, mucho menos después de que "Dios les hizo justicia e hizo desaparecer ese mono de la faz de la tierra". Ansiosos, esperaban la oportunidad de irrumpir nuevamente contra el nuevo orden que se estaba imponiendo y fue feroz el plegamiento a la orden imperial de continuar violentamente el golpe económico. Pero fracasaron una vez más, no sin dejar la huella del paso de los iracundos. Ahora, esperan una nueva oportunidad que será más calamitosa, a no ser que el Estado imponga desde el comienzo su deber de preservar el orden. Esperan envenenados, ansiosos de que el magnicidio resuelva gran parte del conflicto; que aparezcan motivos para alzarse: aumento de la gasolina, de la electricidad, el incremento del desabastecimiento y las horrorosas colas resultantes de ello, la aplicación del artículo 058, la muerte de políticos presos en huelga de hambre, la intervención más contundente del imperio... ¡Cualquier cosa! Esperan en sus actividades diarias que retomaron de mala gana. Pasaron de las barricadas a la venta en lugares estratégicos y utilizando sus automóviles como vitrina, de “donas”, "paninis", banderitas y objetos ridículos del pan y circo global que invadirá muy pronto nuestros hogares; volvieron a las discotecas y gimnasios, al Wii y los videojuegos.
Bajo
la mirada horrorizada de los padres que no habían visto a sus hij@s “en tan
mala compañía”, en la de los “malandros” que en las vigilias de las barricadas
les hicieron conocer otra sexualidad y abarataron el precio de los estupefacientes. Los padres
se resignan, porque pronto todo volverá a su cauce, ya que “Dios primero, el
tirano va a caer”.
A
la ideología merideña le faltaba goticas para desbordar el fascismo
subterráneo, y del cielo llovió en abundancia. Los jerarcas de las instituciones
generadoras de ideología afianzan el proceso y les reparten las bendiciones del
cielo de los ricos. ¡Alabado sea el Señor!
Enlaces de este artículo
aporrea:
http://aporrea.org/regionales/a188985.html
La colmena
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