HISTORIA PARA FUNDAMENTAR
“El comercio de la historia tiene en común con el comercio de los detergentes el empeño de pasar la novedad por la innovación. Se diferencia en cambio, porque sus marcas están muy mal protegidas. Todo el mundo puede llamarse historiador. Todo el mundo puede llamarse “marxista”. Todo el mundo puede calificar de “marxista” a cualquier cosa. Sin embargo, nada más difícil y más raro que ser historiador, por no decir historiador marxista.””
Pierre Vilar (Historia marxista, historia en construcción. Ensayo de diálogo con Althusser. 7.)
AQUÍ Y AHORA
Soy historiador, venezolano –latinoamericano–, que tiene el extraordinario privilegio de estar viviendo las primeras década del siglo XXI, en las entrañas mismas de una historia que, inventando y amasando utopías y realidades, emprende una vez más la transitada y sublime tarea de la construcción de un sistema que supere definitivamente las miserias que han impedido que el hombre se erija en ser humano, amo y señor de su destino y felicidad.
El vivir coyunturas de esta índole siempre ha significado cuotas inimaginables de sacrificio, estadio que aún no experimentamos pero que inexorablemente vendrá, y debemos estar preparados. Ese holocausto lo vivieron las generaciones que hace 200 años tuvieron la suerte de estar presentes en el proceso que nos condujo a la primera independencia, quienes a pesar de las infinitas dificultades, vencieron, alcanzando una Patria y perfilando un futuro. Que lo malograsen parte de quienes la hicieron posible y fatuos herederos de la proeza, es otra historia que nos debe llenar de experiencia.
Nuestra situación es más propicia pero no menos comprometida. Por una parte, el desarrollo político-ideológico y los dispositivos tecnológicos de su propagación son incomparables; pero el imperio que impide a todo trance nuestra definitiva independencia y lo que conllevaría lograrla, está resquebrajado, herrumbroso, lleno de goteras que escurren sin parar su deterioro estructural; pero, como dragón herido de muerte, es inmensamente peligroso, y sus coletazos postreros vienen siendo catastróficos para la humanidad entera… Y como parte de esa humanidad irredenta, no nos espera proceder diferente.
La suerte está echada, y siempre he optado por participar del lado de quienes claman por el planeta posible. Esta actitud, que asumo con firmeza y decisión, es la motivación primaria de este “blog”, que concibo como un perdigón más para la lucha que se avecina. Tuve la oportunidad de formarme y desarrollarme como historiador, y este ámbito será mi trinchera.
A estas alturas de la historia del país que nos está tocando vivir, las disciplinas humanísticas y científicas, debieran estar exclusivamente dedicadas a lo que propone este “blog”: fundamentando, echando cimientos, estableciendo, haciendo firme, fundando, argumentando, apoyando… la construcción de la nueva historia. En esta coyuntura, otras actitudes, por más específicas que sean, pasan a ser sólo lujo, mengua; y no comprometerse, es colocarse del otro lado, a minar, socavar, impedir. No hay términos medios.
Establezcamos fehacientemente que las transformaciones de verdad-verdad, la construcción histórica de esa utopía que a falta de denominación con menos lastre histórico debemos seguir llamando Socialismo, es responsabilidad fundamental del accionar de las clases trabajadoras y sus líderes, y que a nosotros, los “intelectuales” –por lo general privilegiados– nos toca el rol, importante por cierto, de fundamentar.