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miércoles, 8 de febrero de 2017










Y DALE QUE DALE SOBRE EL TRUMP_UDO



Ya vino Trump, y nada importante modificaría de la primera nota sobre esta amenaza planetaria: En esta cruzada es INDISPENSABLE hablar del TRUMP que viene (http://frontinoso2.blogspot.com/2017/01/en-esta-cruzada-es-indispensable-hablar.html).  Las grandes expectativas no se están cumpliendo y parece una continuación de la administración de Obama, pero más bulliciosa, que tiene que mantenernos alerta por esas de que puede irnos muy mal. 


Contra el mundo, lo más significativo es que el Pentágono continuó su acción como si no hubiese habido cambio en la presidencia: sigue el acoso fronterizo a Rusia, acercando cada vez más armas letales a su frontera, con el beneplácito de quienes pondrían los muertos y sufrirían los mayores destrozos en caso de de una guerra.  El enfrentamiento con China pareció recrudecer, pero la firmeza de la respuesta  parece haberles devuelto a la realidad y el enfrentamiento será económico, con mucho que perder por parte de los norteamericanos.  La “política” con Arabia y sus aliados será la misma, porque en medio de todo están los intereses de Israel, lo que determina también la posición ante las guerras de Siria, Yemen y las agresiones de Turquía contra los kurdos de tres naciones.

También contra el mundo, mundo en el cual estamos incluidos los venezolanos, va dirigida la reanudación de la construcción de oleoductos ecológicamente y étnicamente incorrectos; la autosuficiencia petrolera será un arma de extorsión que se aplicará sin límite.  México está aturdido con sus ladridos, pero las amenazas mayores se atemperaron y pronto los arreglos serán la tónica en relaciones inevitables.  Paradójicamente,  el peor en una tradición de pésimos presidentes, con mínimos históricos de apoyo popular, tiende a fortalecerse ante las respuestas necesarias que tiene que dar a las agresiones verbales de Trump y sus repercusiones en la economía mexicana.

Internamente las críticas al complejo industrial militar energético se quedaron en retórica, y antes de que se enfriaran las críticas ya Trump estaba comprometido hasta las orejas en el rearme en función de los mismos proyectos caros y criticables tecnológicamente, y con la decisión de recuperar el tiempo perdido que llevó al ejército norteamericano a su peor situación histórica relativa. Todo pasó por el reconocimiento de la situación decadente del ejército, lo que frenó la intención de retar a los grandes, para sólo continuar masacrando a los débiles.  Más alcance tendrá la presión sobre la industria que estaban completando la extracción de las fábricas bandera a México y Asia, empresas ya dispuestas a volver a fabricar en los Estados Unidos si el mercado interno queda protegido de la competencia extranjera, proceso que ya comenzó con el desmontaje  o revisión de tratados comerciales que abrían el mercado norteamericano y con los ajustes que tendrá el comercio con China.  Estas medidas, sin similares en las economías europeas y las emergentes, tendrán un resultado relativo, imponiéndose a la larga la libertad de comercio característica de esta etapa del capitalismo.

Pero saliéndonos de las áreas económicas y militares, lo que más ha marcado el inicio del gobierno de Trump es la reacción de los llamados liberales americanos contra las expresiones radicales que ha acompañado las medidas trumpistas contra la inmigración y derechos ciudadanos ya establecidos.  Contra esas medidas han reaccionado ciudades, instancias judiciales, universidades y ciudadanos y funcionarios prominentes, planteando una oposición seria a los desafueros trumpistas, con repercusiones aún imposibles de determinar.  Pero no se trata de nada reñido con la ideología; estos liberales molestos son los mismos que, para no ir muy lejos, han cabroneado las guerras e injerencias desde la invasión a Irak hasta la intervención en Siria, y apoyarán las futuras agresiones contra la insurgencia de los pueblos explotados.


Todo esto, para decir que no es Trump, sino el genérico Tío Sam quien ejerce el poder en la Casa Blanca, eje del centro del capitalismo actual, con las pretensiones de hegemonía que no puede realizar y lo conduce a agredir al resto de humanidad.  Los desarreglos ocasionados por el imperialismo no tienen solución desde el centro capitalista, sino desde la garantía de un mundo multipolar y en las luchas en el seno de los pueblos oprimidos.




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