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viernes, 11 de noviembre de 2016



 
DIFÍCIL NO PONERLE PIQUETE A LA MOVILIZACIÓN DE HOY


Regreso a estos ámbitos de militancia porque una actividad académica me obliga a ello, y vuelvo con la decisión de comunicar las razones de mi larga ausencia, cosa que iré hacendo en entregas futuras; mientras tanto, toca enfrentar la historia que bulle imparable y que apunta hacia direcciones no deseadas por los revolucionarios… lamentablemente, es así.

Nadie puede negar el mérito que tiene realizar una movilización popular a esta altura del juego y el resultado cuantitativo logrado, lo que dejo sentado junto al reconocimiento de la necesidad de mostrarle los dientes a la oposición apátrida.  Después de esto, quizá sólo repita lo que en este y otros espacios he planteado ante movilizaciones parecidas, opiniones  que tendré oportunidad de machacar en el futuro cercano.

En este caso, y a pesar del carácter institucional que la tiñó, hubo asomos de la magia que exudaba el pueblo cuando Chávez lo llamaba a estar presente; no mucho, pero hubo, porque esa magia estuvo totalmente ausente en las últimas marchas convocadas.  La elaboración artesanal de propaganda y atuendos para llevar a la movilización, decidida en reunión familiar el día anterior, presente en la época paleolítica del PSUV, fue erradicada por la industrialización de esos elementos, promovida por organismos del Estado.  Recuerdo una de las primeras manifestaciones masivas de esa suplantación: la lluvia de bastones inflables caída desde el edificio del ministerio de educación, cuando el camarada Aristóbulo era ministro.  Este empobrecimiento inducido de la imaginación popular será tema de un trabajo futuro.


Consignas llevadas y el propósito de la convocatoria no coincidieron.  El parecer de la gente, agrupada bajo la pertenencia a instituciones del estado, movimientos sociales y asociaciones de futuros agraciados con una de las acciones sociales del gobierno, era que estaban presentes por alguna razón, y habían respondido a esa convocatoria.

Pasearse por una concentración de este tipo es enriquecedor; nos encontramos con los camaradas de siempre, los pre-Chávez, que nunca  abandonarán la lucha; con gente del pueblo con los corazones todavía henchidos por la palabra y acción del Líder; en fin, por revolucionarios de patria o muerte.  Pero la presencia allí no siempre es voluntaria, porque algunos organismos echaron mano al expediente de controlar la asistencia mediante la firma de planillas… ¡Pésima práctica!  La firma de asistencia no crea compromisos políticos y en oportunidades es contraproducente.  Más, en una realidad donde hasta os funcionarios de confianza (99) firma contra Maduro y la impunidad los cobijó, y donde los empleados públicos son los más fieros atacantes del gobierno en los campos de batalla diarios, donde se decide el futuro de la Revolución.

Camaradas venidos desde otros municipios del estado se desparramaron por los alrededores para visitar comercios y licorerías.  Aún cuando es verdad que en esta oportunidad lo hicieron en menor proporción que en ocasiones anteriores, quizá no por el incremento del compromiso revolucionario, sino por la crisis económica que nos aflige.

En fin, se cumplió lo previsto, y los propósitos de la presencia del camarada Diosdado quedaron establecidos.  Pero nada más, y esos “más” serían los que tendrían que plantearse en los ámbitos de la discusión ideológica del PSUV-Mérida, totalmente silenciosos desde mucho ha.  Esa mudez es pésimo signo, porque nos conducen hacia el despeñadero sin entonar el trisagio.

Nos seguimos viendo, y aquí dejo fotos de esta reunión patriótica.
































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