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martes, 1 de marzo de 2016






AGRICULTURA URBANA,
¿ILUSIONISMO O SOLUCIÓN?

Mérida fue una de las ocho ciudades seleccionadas para la aplicación inmediata del plan de los cien días de agricultura urbana, y el programa se instaló el 28 de febrero, con un acto en la UPTM Cléver Ramírez.  Mi asistencia a este acto y a otras actividades que responden al mismo llamado a reforzar la función de la ciudad como productora de alimentos, fue lo que motivó el presente escrito.
Del acto en sí, poco me importa.  La presencia de personajes del gobierno siempre mueve a medios y a jerarcas políticos regionales con actividad reposada, que se dejan ver cuando conviene; en este caso era muy importante apersonarse, porque la estrella del día fue Mervin Maldonado, quien además de ministro del gabinete es el encargado de poner orden al PSUV-Mérida, cosa que todos esperamos cumpla con responsabilidad.  En cuanto a los medios, muy numerosos, seguramente lograron convertir el acto en noticia nacional, cosa harto difícil en la práctica comunicacional regional, y quizá la mantuvieron caliente por el resto del día y el siguiente, pero, como suele suceder, sin darle la continuidad que se merece como motor de opinión estratégica.  De las intervenciones, resaltó la de un productor urbano, representante de una escuela granja de La Pueblita, muy claro políticamente; expuso los logros obtenidos y solicitó el apoyo que tendrían que recibir, haciendo valer para ello lo pautado en la Constitución.  En otra intervención se puso de manifiesto la existencia de “latifundio” en el estado, sobre todo en el Sur del Lago, a pesar de los 15 años de lucha contra ese sistema de tenencia de la tierra; fue una especie de confesión de parte, de una situación que produce desconcierto.  Importante resaltar también la relación que se hizo de los mecanismos de difusión de lo que tiene que ver con el plan que se iniciaba, obviándose totalmente la estructura de comunicación del PSUV, poniendo de manifiesto su inexistencia total, y eso que entre los merodeadores del acto estaban integrantes de la muy inútil APC.
Ahora paso a enfocar lo que realmente importa, que es contribuir a la conceptualización de la agricultura urbana en Mérida, planteando las modalidades posibles, que por sus características ameritan tratamiento diferenciado, no sin dejar claro que desde el punto de vista económico pueden ser muy disímiles, pero que el conjunto y la simultaneidad de su implementación crean la atmósfera necesaria para el éxito y la permanencia de los objetivos trazados en el plan.  Y esto, porque la agricultura urbana debe convertirse en una práctica permanente y asimilarse como parte de la cultura del habitante de la ciudad.  Y no es que estas prácticas agrícolas tendrán mucha significación cuantitativa en la independencia de la renta petrolera, sino que nos ayudará a deslastrarnos de la cultura rentística que guía nuestro comportamiento.
Despacho inicialmente la de carácter pedagógico, la practicada como motivación y enseñanza en los planteles de educación inicial y media.  La preocupación no es reciente, y en casi todos los institutos urbanos el problema fundamental ha sido la falta de espacios adecuados para los huertos escolares; los resultados han sido óptimos, y la preocupación de sembrar y producir se ha inculcado en la disposición de los niños, que se llevan la preocupación a sus hogares.  Solucionar la limitación del espacio, significaría aumentar los insumos de los comedores escolares y producir plántulas para ser sembradas en los hogares, a los que se llevaría también la experiencia en su totalidad.
11. Patios y solares.  Desde sus orígenes la ciudad de Mérida se ha comportado como productora de alimentos, actividad que se cumplió en el patio y el solar, espacios siempre presentes en la casa tradicional urbana.  La presión del modo de urbanismo que se impuso desde los años cincuenta, liquidó la mayoría de estos espacios productivos, pero se mantiene en áreas que aquel aún no ha alcanzado y puede generalizarse en las urbanizaciones desarrolladas hasta los años 90, que dejaron terreno de desahogo a las casas.  Parte del solar se dedicaba a huerta, y se cultivaba hierbas medicinales y aromáticas, sábila, cebollín, lechugas, frijoles, tomates, maíz, ajíes, auyamas, chayotas… Los frutales más frecuentes eran membrillo, cítricos (lima, limón, toronja, naranjas), granados, lechosos, aguacates, cambures, higueras, achote y hasta “unas tres maticas de café”…  Varios de estos productos (membrillo, toronja, naranjas, higos) servían de insumos para dulces y granjerías.   El gallinero proveía huevos, pollos y gallinas.  Además del consumo directo, los productos generaban un tipo de intercambio y préstamo muy particulares y, excepcionalmente, se llegaban a vender.
¿Cómo lograr la reactivación de esta actividad productiva tradicional?  Más que la oferta de semillas o plántulas, se tendría que recurrir a establecer concursos con premios y reconocimiento público a las mejores huertas y a los mejores productos.  Para vencer resistencias indiscutibles, se recurriría para la organización y seguimiento a organizaciones que generen confianza y no rechazo.
22. Terrazas, balcones, azoteas y áreas comunes de residencias multifamiliares.  Más que resultados cuantitativos –que se pueden lograr, el uso de este tipo de espacios para siembra de alimentos contribuye a formar opinión favorable sobre la importancia de la agricultura urbana como parte de la solución para la soberanía alimentaria.
Es en esta modalidad de AU donde se debe aplicar recursos ingeniosos de siembra y técnicas de cultivo muy controladas, que contribuyen al ornato del hogar y a la reutilización de envases y otros productos contaminantes.  Una ventaja adicional de esta modalidad, es la propagación acelerada del ejemplo.
El esfuerzo tendría que estar dirigido a la provisión de plántulas y semillas, y a la enseñanza de las modalidades específicas de siembra, con la ventaja de que están muy difundidas en Internet.
33. Terrenos en engorde en el centro urbano y periferia inmediata.  Una mirada aérea de la terraza de Mérida y la Otrabanda, desmiente la fábula de la ocupación total y refrenda la presencia de numerosos terrenos dedicados a futuros negocios inmobiliarios, es decir, mantenidos en engorde.  Generalmente son terrenos enmontados, criaderos de alimañas y refugio de indeseables, cuyos propietarios saben saltarse las ordenanzas municipales que los regula.  ¿Cómo incorporar estas superficies a la AU con cultivos de escaso cuidado como cambures y auyamas?
44. Espacios residuales públicos o institucionales.  Originalmente planificados para ser ajardinados o engramados, pero que generalmente se encuentran abandonados y enmontados.  Hay ejemplos de su uso para AU, en ocasiones cerca de otros desaprovechados, a pesar de haber sido diseñados para experiencias del tipo (caso de los terrenos adyacentes a la Defensoría del Pueblo, y las canteras que están un poco más arriba).  Se ajustan a los objetivos del plan de los cien días y sólo deben ser dotados de semillas o plántulas.
55. Espacios cedidos por consejos comunales u otros organismos para fines didácticos de las misiones.  Igualmente ajustados a los objetivos del plan, gozan de las ventajas de la cantidad de personas dedicadas, lo que supone un rendimiento considerable, y del efecto multiplicador de la experiencia.
66. Arborización urbana.  Cuando se trata de arborizar lugares públicos, en Mérida casi siempre se ha optado por especies exóticas, con desprecio absoluto por las autóctonas y los frutales.  Nadie puede negar las ventajas de arborizar con aguacates pomarrosos, guayabos, cítricos…, antes que con acacias, pinos, araucarias, cujíes…
Hasta aquí, la modalidad de agricultura urbana propiamente dicha, según los parámetros mundiales (espacios eminentemente urbanos, particulares o públicos, practicada por individuos que no son agricultores en el sentido profesional del término, bajo técnicas agroecológicas, para autoconsumo o mercados muy inmediatos).  Esta modalidad de AU debe estar ser acompañada en las etapas iniciales por bases para la producción de semillas, plántulas, sustratos, abonos orgánicos (exclusión total de insumos químicos), que de por sí son parte de esta actividad agrícola, así como por campañas de promoción y asesoramiento, previsto todo en el proyecto anunciado.  Pero en el caso merideño, no son estas las modalidades de AU donde se deposita la esperanza del cumplimiento económico del plan de los cien días (“abastecer el 20 % de los productos que consumen los ciudadnos”), sino en la periurbana, que debe ser tratada con otros criterios, pues en Mérida tiene singularidades que deben ser tenidas en cuenta.
De repente, por la demarcación de la poligonal del área metropolitana de Mérida, extensas áreas agrícolas de la periferia merideña comenzaron a ser consideradas ciudad, y regidas por ordenanzas del uso del suelo urbano.  Se trata de zonas de economía agropecuaria, con producción dirigida esencialmente al consumo de la ciudad de Mérida, que habían pasado por todas las vicisitudes de la crisis de la agricultura venezolana.  Y es en la reincorporación, en la reanimación de la producción en estas áreas, con lo que se medirá el éxito del programa de los cien días; es lo que lo convertirá en una solución económica a la crisis de abastecimiento.
Las zonas que se enumeraran tienen en común haber sufrido golpes adicionales a los que apalearon la economía agrícola en general, como son la invasión de un urbanismo descontrolado, que gracias a su capacidad adquisitiva adquirió –es una manera de expropiar– propiedades campesinas, erradicando las prácticas agrícolas; la adquisición o conversión de grandes propiedades en áreas de engorde para proyectos turísticos futuros, que nunca se concretan o completan; maltrato ambiental por prácticas inadecuadas; el sometimiento a reglamentos de uso, con muchas prohibiciones y ningún incentivo.  Golpeadas así, vivieron la disminución acelerada de las actividades agrícolas, que ahora apenas subsisten.  No obstante, aún albergan una cultura campesina y, sobre todo, gente dispuesta a retomar las actividades de sus antepasados.  El conocimiento del aporte histórico de esas zonas, es necesario para el tratamiento que se les de desde la óptica de la AU.  Las zonas a que nos referimos, fundamentalmente son La Pedregosa, las lomas del Oeste y valles transversales a la Otrabanda, El Valle y el Vallecito y el valle bajo del Chama, de cuyas particularidades haremos mención sucintamente en una segunda parte de este escrito.
 
Cierro, resaltando un aspecto del tratamiento mediático del plan de AU que se está ejecutando.  Ante deslices numéricos extravagantes cometidos por periódicos y periodistas (o viceversa), siempre he sospechado que no se trata de errores inocentes, sino que siempre esconden una “intención”.  En el caso del plan del plan de AU, han sido frecuentes los errores; por ejemplo, sobre la capacidad inicial de abastecer de verduras y hortalizas a Caracas que, según el medio o el declarante, puede ser del 20, 25, 30, 40 o 65 % “del consumo de los ciudadanos”.  Pero el encadenamiento del error de los 12 millones de k2 que afectará el plan, no tiene explicación; con variantes lo reprodujo AVN, El Universal, aporrea… y se extendió como pólvora.  Hasta el gobernador Alexis Ramírez lo publicó en su feisbuc, en un evidente descuido de quien le administra sus cuentas en las redes sociales.  Si la imprecisión se originó en una equivocación de un funcionario, es grave que los periodistas las tomen literalmente, sin someterlas a su criterio profesional.  Un periodista que reproduzca que se producirán 30.000 toneladas en 1.200 hectáreas, con lo que se abastecerán 1.300 personas, debe ser devuelto a la universidad que lo tituló, al igual de quien reportó inicialmente los 12 millones de k2… Y ni hablar de la responsabilidad de los medios.  De este pozo, sólo reproduciré una infografía de “telesur”, todo un dechado de inexactitudes, criterios disímiles y errores, exactamente lo contrario a lo que se persigue con las “infografías”. 



1 comentario:

Unknown dijo...

!LO FELICITO! Sr. Fermin Osorio pocas veces leo Informaciones tan Claras como la expuesta por Ud. esta claro que gracias a muchas razones y a su don, no ha perdido el objetivo, tanto de las reuniones en las que se busca solucionar un problema como de emitir un buen resumen o una propuesta de solución...