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domingo, 11 de diciembre de 2016


DESTRUCCIÓN DE ARMAS DECOMISADAS Y MUSEOS

 




Ayer sábado, después del acto oficial estuve en el sitio donde se estaban inutilizando 820 armas de fuego (https://www.facebook.com/SecretariaGeneralGobMerida/).  Cuatro prensas hidráulicas en función, contra armas que apenas se dejaban doblar un poco.  Es la segunda vez que estoy presente en un acto de esa naturaleza, y al anterior también le dediqué una nota en aporrea.org (en ese entonces no había huido asqueado de ese portal) publicada también en este blog (http://frontinoso2.blogspot.com/2013/06/a-toda-marcha-toda-vida-y-las-gracias.html).
En este caso fueron 820 armas, provenientes de los estados andinos, de muy variadas características, desde escopetas de avancarga con llave de fulminante, hasta modernas pistolas automáticas.  Desde fabricadas por las referencias mundiales, como Remington, de marcas venezolana (Covavenca y Maiola), hasta de construcción artesanal o modificadas artesanalmente.  El denominador común, todas potencialmente mortales, algunas experimentadas, marcadas con la terrible palabra “homicidio”.

A pesar de su olor a sangre, las había con valor como para convertirse en piezas de museo.  Museos de armas blancas o de fuego decomisadas en cárceles u operativos especiales, o desechadas por los organismos de seguridad del Estado, hay varios en América Latina y en el resto del mundo; los conforman piezas históricamente importantes y las muy ingeniosas, las que constituyen piezas de artesanía o las que se convierten en referencia por el delito cometido por ellas.  Mostrarlas al público no es una actitud macabra, sino aleccionadora y ejemplarizante; los museos se prestan para las explicaciones sobre riesgos y las campañas de prevención.

Además de convertirse en materia prima para cabillas de la Gran Misión Vivienda, considero que la loable destrucción de todas las armas decomisadas se debe al riesgo de que vuelvan a manos de la delincuencia por corrupción de funcionarios, como era frecuente que sucediera.  Y hago un paréntesis para contar que hubo una época en que un robo a casas de dirigentes de AD significaba armar a delincuentes; el arma preferida era las UZI, pero los había que tenían en sus casas verdaderos arsenales que cayeron en manos indebidas (bueno, ya estaban en manos así).  De las “interesantes” que vi ayer, me llamó la atención una escopeta Remington de los años 50 del siglo XX, culata plegable… toda una pieza de museo. 

En resumen, estoy proponiendo la construcción de museos con las armas decomisadas que tengan  características especiales… ¡manías de historiador!
                                        

 




 







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