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jueves, 18 de febrero de 2016


ATÓNITO Y ANONADADO

ANTE LA ESTUPIDEZ ENDÓGENA









He estado averiguando sobre la parálisis de la discusión (y de acción) en los organismos del partido y del pueblo organizado, y ayer recibí una respuesta que me dejó, como mi paisano ante el Karepakupai Vená, atónito y anonadado.  Resulta que “estamos esperando que bajen líneas del Tercer Congreso”.
¡Cuuuuuuño paisanos!  Se me vino a la cabeza que en 1810 Mérida no declaró la independencia de España, sino de Maracaibo, y no con el paquete liberal, sino con la escolástica; tanto así, que cuando, muerto Gómez, los pueblos del Sur se pusieron al alcance de los políticos, en los mítines de Copey podía oírse vivas a Fernando VII.  Esto no es del todo verdad, pero la chuscada se me vino a la cabeza ante las demostraciones de enajenación del partido, que no mueve una nalga hasta que se lo ordenan de Caracas.  Las campañas electorales jamás han sido permanentes –que buena falta hace, y comienzan cuando dan la largada en Caracas; las campañas coyunturales siempre son inspiración caraqueña, y ante problemas internos de importancia, no falta quien corra a meterse debajo de las faldas de alguien en la Capital.  Desde allí se apadrina incapacidad y sinvergüenzura, y los teléfonos inteligentes de todos siempre hay un número 0212, así como en las tabletas hay estampitas de los santos protectores caraqueños.
Lo regional, lo específico, los peos nuestros, ni se analizan ni se resuelven; se desconocen o se ignoran por fútiles, por supeditados, por poderse solucionar con la panacea nacional, con validez desde Amazonas y el Esequibo hasta los Altos Mirandinos.  Por eso el congelamiento de la discusión política que sufrimos –literalmente, con la ventaja de que cuando se reinicie, la nube del olvido habrá avanzado más, y hasta se nos olvide exigir cuentas a los responsables de tanta calamidad, y sobrevivan para conducirnos al siguiente despeñapendejos.
Si continúo, el castellano se me va a poner denso y caliente, como plomo derretido, por lo que corto aquí afirmando que más que fracaso económico, lo que tiene en pico de zamuro a  la revolución es el fracaso cultural y el comunicacional… lepras que campean en Mérida.  ¡Pura mengua, camaradas!
¿Y de paso, ¿qué será de la vida de Mervin Maldonado?  Quizá sea cierto lo que me dijo un amigo cercano al poder, de lenguaje llano y muy ocurrente, “ese es un pececito de colores en un tanque (sic) de tiburones” ¿Será?




  



 
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