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viernes, 22 de mayo de 2015



Era el turno del segundo escrito sobre la búsqueda de la madre de la seudoburguesía venezolana, que estoy REHACIENDO a causa de que se perdió en abismos virtuales en su tránsito entre un cyber y mi correo, a donde nunca llegó.  ¡Y es fastidioso rehacer lo hecho!


















PELANDO, PELANDO, SI CONFUNDIMOS EL BOTAR CON EL VOTAR…
Y LO ESTAMOS HACIENDO.




Por no ser claro el título anterior, lo cambio:


LOS VOTOS OPOSITORES NOS PUEDEN APABULLAR
CON PRIMARIAS O SIN PRIMARIAS



Tenemos la mollera dura si después de los sopotocientos actos electorales nacionales desde 1998, prevalece el análisis de la racionalidad del voto opositor. 
La lucha a todo trance por la presencia en los organismos de elección popular de las cúpulas de las tendencias de la derecha, es trascendente para el reparto del botín mayor ­–la renta petrolera– el acomodo en el modo de producción y hasta para estrategias geopolíticas; es un plano de la disputa por el poder, donde prevalecen experiencias y diferencias ­–que no contradicciones– históricas.
El resultado de esa aparente aniquilación mutua no tiene que ver con el comportamiento de los electores, avasallados desde el 98 por la densa arenga del odio hacia el régimen tiránico y hambreador, que hay que BOTAR, sin detenerse ni un momento a pensar por quién VOTAR para lograrlo.
Más cierto, cuando observamos que la sangre de la trifulca de dirigentes nunca llega al río, y que en todas las circunstancias se presenta un candidato, uno, al que sin importar su origen o pedigrí le caen los votos de los irritados.  Loco ha sido el comportamiento de los dirigentes, pero no tan insensato como para no terminar arreglando, por cualquier la vía, una única nominación antes del acto electoral.  La MUD es un saco de gatos de diferentes pelajes, refugio de gatos falderos, de callejeros con larga experiencia o domésticos con tigres protectores, llegados allí por cuestiones de sobrevivencia cuando se decretó la cacería de gatos, y que ahora sólo cumple el papel de impedir chifladuras gatunas y acallar los maullidos de los gatos más debiluchos.











Que valga nuestro ejemplo, el de Mérida, bueno entre los mejores.  Aquí no hubo elección ni reacomodo, sino vil reparto en función de intereses nacionales; se consideró un estado seguro de ganar[1], y a quienes van de candidatos, asambleístas salidores.  Los subestimados y relegados, con igual o mayor derecho de ser candidatos, nivel dado por el “control” de electores, reviraron con todo su poder provinciano, pero ni bola; escarnecidos, decidieron abrirse camino hacia las candidaturas mediante primarias, pero sólo están dando lástima con su infantil comportamiento.  Quizá se desanimen definitivamente o le brinden un saludo a la bandera ante pequeños ajustes realizados desde Caracas, acción ya prevista por los Fouchés que mueven los hilos de la demanda imperial.
Esa es la solución a las apetencias personales y de fracciones, y resuelta quedó; no incide sobre el comportamiento de los electores opositores, que van cegados a VOTAR, para BOTAR del poder y sus vidas a todo lo que huela a chavismo.  Sea el candidato William Dávila, o Juan Bimba, el eterno marginado, igual irán a votar.  No le pidan racionalidad política a los fachos de mi parroquia, que arrastrarán a sus agonizantes ascendientes a la mesa electoral; tampoco a esa secretaria de la ULA que conozco, representante de un conjunto de disociados que sueñan cada noche con el día de la venganza electoral; ni al dirigente de la parroquia, venido a menos con eso del poder popular.  Hasta quienes tienen la capacidad intelectual para decidir el voto, se comportan con una incongruencia límite a la hora de VOTAR para BOTAR; hablo de los profesores universitarios, ejemplo del disparate implantado entre los electores de la oposición venezolana.
Se les podría pedir coherencia política a los egresados de la Misión Sucre, con un título en sus manos que tendrán que revalidar ante la vuelta del predominio de los intereses de los colegios profesionales, y los hay por montones denigrando del gobierno y esperando la ocasión de contribuir electoralmente a su derrocamiento; al igual que multitud de abuelos que nunca les pasó por la cabeza que el ser venezolanos y haber vivido les daba derecho a una pensión decente, y que, por no defenderla, a corto plazo la verán convertida en sal y agua.   A los beneficiarios directos de las misiones de salud o educativas, que piensan que las misiones siempre han estado allí, a su disposición, y que ahora se están administrando mal, por lo que hay que cambiar al gobierno, condenándolas así a su total erradicación.  Y en el colmo de los colmos, se les podría pedir a beneficiados por la Gran Misión Vivienda o a quienes esperan por adjudicación de viviendas, con comportamientos políticos como si fuese un fenómeno natural el aguacero de viviendas que se está produciendo.
Todo lo anterior, para asegurar que no podemos sacar conclusiones axiomáticas ni diseñar políticas electorales sobre la base del número de circunscripciones electorales donde realizaron primarias, o de cuántos electores participaron en ellas, porque el voto opositor nunca ha estado sustentado en la racionalidad política, y saldrán a VOTAR en cambote para BOTAR el chavismo, en un momento de grave crisis inducida.  Se animarán mutuamente; traerán como motivación los problemas vividos, resueltos o no, las grandes bolas que ruedan permanentemente conformando una opinión política virtual, sacarán la cuenta de los dólares negados, de la ideologización de su entorno, de lo felices que fueron antes de la irrupción del pueblo, y esto hará surgir la exclusión y el racismo que siempre practicaron.  Se levantarán más tarde, pero todos saldrán a votar.
Releído lo escrito, estoy consciente de que le falta amasar; expuse pocos ejemplos del voto disociado y del incoherente.  No recomendé hacer una encuesta de por quién van a votar en las legislativas los beneficiados o en trance de serlo de la GMVV, en el municipio Lasso de la Vega, por ejemplo, cuyos resultados harían sentar de culo al más embraguetado.  Pero así se va, sin más tardanza.





[1] Si están en lo cierto, es otra historia, a la que le meteremos diente después de las elecciones del PSUV.
 



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