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domingo, 14 de julio de 2013

Los vicios más depravados de la Universidad desahuciada y sin futuro





“La Universidad es fundamentalmente una comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre”.  (Artículo 1 de la Ley de Universidades)


 Primera tentación: detallar una a una las “Disposiciones Fundamentales” (los 17 artículos del título I de la Ley de Universidades) para contrastarlas con la realidad de la universidad actual; pero no, porque esta fue una ley “impuesta”, elaborada por un ejecutivo nacional que acababa de “allanar” (tomar por asalto militar, designar autoridades, destituir profesores, eliminar organismos, apresar y desaparecer dirigentes…), acto que termina cuando Chávez le devuelve los últimos despojos tomados por Rafael Caldera.  “Impuesta”, dijimos, como le impuso las “normas de homologación” el presidente del diente roto, no caldera, sino bacinilla.


Paréntesis oportunista: ¿Dejar pasar a Rafael Caldera sin decir unas verdades de este pran de la política, prócer negativo de relevancia entre los muchos de la historia? ¡No! Ese personaje, engañador de incautos, que pasma aún a bobalicones que sólo ven la santurronería (que es exactamente decir hipocresía) y las fingidas actividades intelectuales, sin ver que es difícil determinar si fue el peor o el segundo malo de la caterva de presidentes de la IV-R.  Mentira que fue quien introdujo la cátedra de sociología en la UCV o que hubiese escrito el primer libro de lo mismo en el país, más falso que tuviese autoría importante en la redacción de la primera Ley de Trabajo del país, sólo para mostrar algunos led de la luminosa aureola postiza del fulano.  Prócer negativo, destruyó instituciones de las mejores que han existido en Venezuela, traición a la Patria que significó retrocesos aún no rebasados: la educación técnica-industrial, la educación normal, el banco obrero, el estado semi-laico, la “autonomía” universitaria… también como muestra de la capacidad de sus garras sangrientas, reprimió y mató manteniendo bajo perfil; se especializó en exterminar (física y espiritualmente) con los métodos más de moda y eficaces la “izquierda”, insurrecta o no… Por allí andan renegados que vendieron su espíritu “travieso” por cargos, favores, perdones, reconocimientos.  De todas maneras, este no es un artículo sobre este monstruo pisapasito, que logró enmascarar el fascismo que lo acompañó toda su vida y hasta después de muerto (vid, la inconcebible carta póstuma, producto del legado fascista trasmitido a su parentela).


Continuación del tema central: Rechazado el análisis legal, me propongo enfocar las perversiones (algunas, desde luego, porque son tantas) nacidas y criadas a la sombra del marco legal, que alejaron definitivamente a la universidad de la posibilidad de recomponerse y servir pa´algo en estos momentos de transición hacia formas más perfectas de organización social (¿socialismo? ¡lo sabremos pronto!), hacia formas más coherentes de alineación internacional y de ubicación frente al planeta y su destino. 

¿Universidad democrática?  Sí, para quienes creen que la democracia nació en la antigua Atenas racista y esclavista, donde sólo al 10 menos por ciento de la población se le permitía pensar y expresar su pensamiento, la mayoría de las veces sin repercusión alguna en las estructuras de poder.  Pero bueno, tampoco me voy a desviar hacia el origen verdadero de la “democracia” y su lejanía de siglos del poder que la reprimía.  Tampoco para la otra mentira tramada alrededor de los principios de la Revolución Francesa, sobre todo en eso de la “división de poderes”.  Y es que ni en el “antiguo régimen” (a propósito, periodización de la historia de la humanidad tan descarada, instrumental y mentirosa como esa que incluye a “la modernidad” como período histórico) hubo mayor concentración de poder que en las universidades ¡autónomas”.


Cobrar y darse el vuelto, es la expresión más cerca al entendimiento de todos.  Pues bien, la universidad autónoma cobra y se da el vuelto.  La “Autoridad Suprema” de la Universidad es el Consejo Universitario.  Miéntenme “Poder” posible y les digo cómo está concentrado en ese monstruo de mil cabezas denominado CU: Ejecutivo, legislativo, judicial, moral, contralor, electoral, comunicacional, … autocracia que envidiaría Luis XIV o los zares de Rusia, que, sin embargo, hay seres con órganos reproductivos tan grandes como para llamar a “eso”, sin ningún rubor, democracia.


Como un artículo es más que “información”, y es, realmente, un llamado a la reflexión, a contrastar y sacar conclusiones, hoy dejo este hasta aquí con la recomendación de que se paseen por el Título III, Capítulo I, Sección I de la Ley de Universidades, para ver lo que le atribuye al CU la ley y lo que le puede aumentar con una interpretación distorsionada, con la pregunta ¿democráticas o …?

Con la promesa de continuar muy pronto con el favor de aporrea, ¡salud, mis amigos!



Enlace de este artículo en aporrea.org



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